Se iba a llamar ¿‘Dónde estabas tú”? pero quizás no iba a nombrar tanta historia personal, colectiva e histórica, removida en el documental dirigido por el panameño Abner Benaim bajo el nombre de “Invasión”, que contiene el legado simbólico que le permite reclamar el silencio histórico,sobre la invasión ordenada por Bush padre, en la navidad de 1989, que culminó con la entrega de Noriega y posterior encarcelamiento en los EEUU.
Escoger 50 entrevistas de las 200 que se hicieron, debe haber sido trabajo arduo para quien se propuso reconstruir los hechos a partir de la memoria de protagonistas y testigos, con toda la carga imaginativa y emocional que ello implica. La presencia del Director en escasas tomas, ratifica el rol de quien da la voz a diversas posturas y versiones de lo ocurrido, en un intento de acercarse a la verdad, la cual es compleja, múltiple y acusa las consecuencias de haberse mantenido en la trastienda de los relatos familiares, el bar, la plaza y acaso la conversa que elude la polémica.
No hay fotos ni videos de lo ocurrido: tan sólo las palabras de quienes construyen un caleidoscopio verbal que abre la imaginación del espectador a partir de gestos, llanto o cicatriz que sigue ardiendo en el alma,la historia colectiva que apela a la necesidad de la memoria, para la reconstrucción histórica que debe ser escrita, analizada, discutida y refrendada por todos los niveles e instancias de la sociedad panameña.
Uno ve el documental y se siente impactado por la narrativa de una invasión que a todas luces no debió haber ocurrido y cuyas consecuencias parecieran seguir pagando muchos, caso de los moradores de El Chorrillo, barrio cercano al Cuartel del Dictador. Quien fuera para ese momento fotógrafo de la zona del Canal en manos yanquis, relata su impacto al fotografiar desde el aire los efectos del bombardeo: cuadras enteras destruidas en medio del humo espeso, cadáveres amontonados en calles y aceras, casas quemadas y destechadas, en una especie de versión tropical del infierno.
Narración que muestra la preminencia de información carente en no pocos casos de análisis e interpretación. Conmueve la ingenuidad de los “Milicianos de la Dignidad” o la familia que en plano medio observa la cámara mientras la mujer narra la noche terrible del bombardeo, el terror de los niños, la desesperación de la familia por salir de una casa convertida en prisión . Oímos la picaresca narrativa en torno a los saqueos como si éstos fueran el tema central, participando sin saberlo, en el silencio y olvido de la invasión, sustituida por el recuento de celebraciones en medio del canje y venta de alimentos y objetos robados.
El papel de los medios; La dificultad para ahondar en el análisis sobre lo ocurrido; La ausencia de cifras de los muertos y la soledad final de quien había sido miembro de la CIA y aliado de quienes lo envuelven en tirro antes de sacarlo de la Nunciatura rumbo al aeropuerto, nos deja la sensación de haber sido invadidos como espectadores de nuestro tiempo, por realidades similares que en el mundo, siguen siendo escritas con el mismo guion y tinta.
Las voces de Penélope – De invasiones
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