El 15 de setiembre de 2014 se nos ausentó físicamente para siempre el doctor Elio Gómez Grillo, educador y abogado de nombre y prestigio nacional e internacional. Un gran hombre y un gran ciudadano, nacido en Maracaibo, el 17 de octubre de 1924.
Estas muy sentidas líneas son para mí un más que merecido homenaje personal, que le hace uno de sus alumnos, tanto en la cátedra formal (en mi caso, en el Instituto Pedagógico de Caracas) como en la informalidad de la vida misma, cuando dictó tantas y tan buenas enseñanzas pedagógicas y éticas.
Esas enseñanzas prácticas las dio en su ejercicio profesional de abogado, en su docencia y en la cotidianidad de cada día y momento. Ellas, siendo breve y preciso, podemos resumirlas así:
*Siendo un sabio en lo suyo, especialmente en materia penitenciaria, se mantuvo humilde en su actuación. En ningún momento ni circunstancia abusó de su sabiduría.
*La amistad la practicó como un don de beneficio mutuo, inspiradora de confianza, respeto y agradecimiento. En lo personal se lo agradezco en sumo grado.
*La puntualidad, hecha dolor de cabeza para algunos alumnos impuntuales en su cátedra, junto con la seriedad en al actuar, las hizo claves en la responsabilidad y las acompañó en todo momento y circunstancia de severidad y serenidad.
*Practicó una profunda fe en el ser humano, y la llevó en intensidad y en extensión al más aislado y sometido a los peores tratamientos, como es el preso, cuyos derechos de ser humano los llevó por completo al estudio que supo hacer en extensión y profundidad y a su posición tan divulgada nacional e internacionalmente.
*Sus múltiples y especiales conocimientos los supo compartir con los demás y los mantuvo fuera de todo egoísmo. En esto han sido muchos los beneficiarios.
*Hizo honor a sus convicciones en materia penitenciaria en sus más de diez libros y en sus artículos regulares en El Nacional y Ultimas Noticias, al igual que en otros medios nacionales e internacionales. En ningún caso quiso hacer especulaciones de baja política.
*Algunos de sus sueños los supo llevar a la práctica. Fundó (1992) el Instituto Universitario de Estudios Penitenciarios (IUNEP), desaparecido después cuando él menos lo esperaba. Hecho que se le convirtió en una de sus repetidas frustraciones, por darse en momentos que él creyó iban a ser de cambio y transformación. Así le pasó con el famoso artículo constitucional 272, cuando fue un legislador soñador: después no se le hizo caso y se le olvidó por completo.
Algunos de sus tantos amigos lo han calificado como un incomprendido. Si quisiéramos completar la expresión podríamos decir: Un soñador frustrado e incomprendido.