Cuando a los seres humanos nos van pasando los años, nos vamos convenciendo que la vida es un acontecer de cosas buenas y malas.La juventud nos sonríe y la vida es optimismo irrefrenable y a ratos hasta ingenuo. La vida no es sólo una alegre fantasía, ni siquiera para quienes parecentener resueltas sus necesidades materiales. Todos vivimos cosas buenas y alegres y cosas malas y amargas. Cuando no es una cosa es otra.
En el mundo entero se están viviendo situaciones difíciles, aunque parece que lo malo se haya ensañado contra Venezuela. En realidad nos parece a los venezolanos que se ha ensañado contra Venezuela porque vivimos acá, pero en Iraq, Siria o en cualquier país de África, por mencionar algún otro sitio, las cosas como que están peores. La vida no está hecha para vivirla sin problemas, pero también la vida es bella. Recuerdo la película con ese título, “la vida es bella”, un judío en medio de la más terrible persecución nazi siempre le sonrió a la vida e inyectó optimismo a su hijo hasta su último aliento. Y lo mejor fue que el hijo lo secundó. Hay que combatir la tentación de tener siempre una visión negativa de las cosas. Pienso que la ausencia de Dios de nuestras vidas, por ejemplo,nos lleva ala más terrible depresióny ese es el combate más importante que todo ser humano debe librar.
Digo todo esto porque el asesinato del joven diputado Serra y las muertes que han seguido,pueden enfermarnos a todos. Por supuesto que son hechos negativos, pero negativos también son los comentarios que he leído y oído. Desde que los hechos ocurrieron he visto las más variadas interpretaciones de esossucesos. Me cansé de leer cosas sobre ese asunto. Lo que dice el régimen me suena a mentira o a intentos de esconder algo y otros como que se complacen con esas muertes, se regodean, caen en una especie de sadismo inaceptable. Respeto la libertad que cada quien tiene de interpretar, escribir o publicar lo que crea conveniente, pero es inaceptable las fotos publicadas, todo como para acabar de rematar a alguien que ya Dios juzgó. El domingo pasado dejé de leer lo que se escribía sobre esos hechos y me leí unas referencias sobre MalalaYousafzai, la joven paquistaní, nacida en 1997, premio Nobel de La Paz2014, por su lucha por el derecho de las niñas a la educación. Luego leí la vida de los dos santos canadienses a quienes el Papa Francisco elogió en su Misa dominical, San Francisco de Laval y Santa María de la Encarnación. Me edificaron esas vidas y me reconcilié con el ser humano.
