Caminito que un día: Efemérides de luto y bochorno (I)

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Generalmente la historia, especialmente cuando los vencedores son quienes la escriben, desborda en hechos gloriosos, acontecimientos admirables, gestas heroicas, valores donde los seres humanos, los triunfadores por supuesto, tensan sus más altas  virtudes, para llevar a cabo sus portentosas hazañas: todo, claro está, expresado en un doble discurso: deslumbrantemente positivo para los héroes vencedores, ferozmente negativo para la calificación del vencido, no importa si el suceso histórico, en verdad, fue al revés de cómo se cuenta.
¿No lo cree?  Pues, simplemente revise la historiografía más cercana a usted: la venezolana y compruebe como en ella, acontecimientos bochornosos en nuestro pasado, protagonizados incluso por figuras que aparecen como venerables y distinguidas,  no fueron sino sucesos que por bochornosos no figuran en los libros o son disimulados vergonzantemente.
De esta historia,  porque también esos sombríos capítulos le pertenecen, nada edificante pocos quieren saber so pretexto de que sólo el pasado glorioso, heroico, enseña, educa y eleva la conciencia de las generaciones actuales.
Hemos reunido varias decenas de estas efemérides a las que nos referiremos en las próximas semanas.
La primera de ellas acaba de cumplir 474 años y aconteció el 26 de septiembre de 1530 cuando invasores españoles, capitaneados por el alemán Nicolás de Federman, entraron a territorio ayamán, todavía en la sierra falconiana, luego de haber abandonado el de los jirajaras de la sierra de San Luis. El mismo Federman, lo narra, porque para él y para quienes en Europa amparaban la salvaje ocupación de un continente hasta 1492 libre, las acciones de esta expedición fueron gesta gloriosa del espíritu español, sobrenaltecido luego de la reconquista llevada a cabo contra los árabes después de 8 siglos de ocupación.
Así lo dejó escrito, Federman:
“Habiendo encontrado al amanecer del tercer día una aldea de seis a ocho casas, que es la primera de esta nación de Ayamanes, la asaltamos por temor de que huyeran, como gente amedrentada, ya que no sabían nada de nosotros y nunca habían visto ni oído de caballos y gentes vestidas y barbudas. Esta huída tratábamos de impedir en lo posible, haciéndoles anunciar y avisar las cosas que servían para conseguir la paz, la tranquilidad y el olvido de su temor, por medio de un intérprete, natural de la nación de los Xidehara, a quien traje desde  Hitowa (último pueblo jirajara visitado por Federman). También les hice amonestar largamente, cosa que les fue difícil imaginar y comprender. Les di también algunos presentes, azadores de hierro y cuentas de vidrio, que entre nosotros (como es sabido) tienen poco valor pero que son muy  estimadas por ellos, como cosas extrañas.”
El 26 de septiembre de 1530 el imperio español inicia la destrucción de los pueblos y cultura ayamanes: es pues una fecha de luto y de bochorno.

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