Dolorosamente el Archivo histórico de Palavecino se encuentra apilado en una gran montaña de papeles.
La memoria histórica de la ciudad, que pudiera estar conformada en unos 12 mil documentos, se deterioran arrumados donde se confunden con la desidia y la inconsciencia.
Allí, en medio de una gran montaña de papeles malolientes, reposa la memoria, lo que fue y lo que será.
Hacinados en un fuerte militar
El cronista municipal, Taylor Rodríguez García ha emprendido una lucha de años para recuperar el repositorio de Palavecino, hacinado en principio en un cuartucho de las instalaciones del edificio de los Poderes Públicos, llenos de estiércol de aves que anidaban entre los documentos del siglo XVIII y XIX.
Más tarde, el depósito tuvo que clausurarse debido a la contaminación y los miles de importantes documentos fueron trasladados a Fuerte Terepaima.
En el lugar, amontonados, muy cerca de un viejo depósito de municiones vencidas, la memoria de Palavecino y Simón Planas permaneció más de una década.
Una sede para los documentos
En un intento de revertir el perjuicio a la memoria histórica de Palavecino, los dos últimos gobiernos municipales se preocuparon por construir un edificio de dos pisos para trasladar el repositorio del fuerte militar hasta una sede digna.
Desde junio de 2014, luego que las autoridades militares advirtieran al nuevo gobierno municipal que el archivo no podía seguir permaneciendo en esas instalaciones, se coordinó el traslado del valioso material, pero el mismo se vio un sinnúmero de veces interrumpido por carencia de bolsas plásticas, por ausencia de un camión y hasta por falta de personal.
Pavorosa montaña
Finalmente la colosal documentación de unas doce mil piezas fue trasladada, más para asombro de muchos, fue “lanzada” en el segundo nivel del Archivo Municipal Don Vidal Hernández, formándose una pavorosa montaña de papeles.
Producto de un delicado padecimiento, el cronista municipal no pudo seguir coordinando el traslado del archivo, ni organizando los primeros documentos depositados en el repositorio municipal.
Originalmente se trasladaron 150 piezas documentales, pero en el último traslado se perdió la cuenta, dado no hubo ningún reporte.
Rodríguez apunta que existía interés de la Universidad Politécnica Territorial del estado Lara, a través de la carrera de Archivo y afines, incorporar a un grupo de pasantes a partir del 15 de septiembre, para apoyar en organización del repositorio.
A juicio del cronista, el traslado de los documentos fue improvisado -sin cumplir por lo menos-, con limpieza mínima y empaque del material.
Documentos contaminados
Los documentos presentan un deterioro muy avanzado hasta el punto de estar contaminados. Insectos de todo tipo se esconden y se alimentan de los papeles. Chipos han sido identificados entre los moradores de la ruma de documentos.
El espeluznante escenario obliga a someter el archivo a un meticuloso proceso en un último intento de preservar la memoria escrita de dos municipios.
Teme Rodríguez García por la integridad de la galería de ilustres cabudareños del intelectual José Ramón Brito, obras que quedaron sepultadas bajo la montaña de documentos.
Gran parte de los planos urbanos exhiben contaminación con estiércol de aves, según informe elaborado por un patólogo contratado por el ente municipal, lo que supone su incineración.
Sin ser alarmista, Rodríguez afirma que se pudieran salvar unas ocho mil piezas orgánicas.
Impera preservación de la memoria
Quienes han sido testigos del tiempo y han escudriñado la historia de Cabudare, sueñan con que se preserve la memoria escrita.
Después de Iribarren, Torres y Crespo, Palavecino sería el cuarto municipio con un archivo organizado, “pero en estas condiciones es imposible laborar”.
En un escenario normal, en donde se hubiese coordinado el traslado de los documentos históricos, se estimaba que para mediados del 2016, Palavecino dispondría de un repositorio.