No me refiero a la verdad suprema de la vida, a esa que da explicación y fundamento a toda nuestra existencia: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Por supuesto que esa verdad trascedente nos inquieta todo nuestro ciclo vital, ha inquietado a la humanidad entera desde siempre, a la búsqueda de esa verdad, a la reflexión sobre ella hay que dedicarle tiempo y esfuerzo. Mucha gente, filósofos, teólogos, pensadores en general, han pensado y escrito significativas obras sobre el tema, aunque todavía continúe sin respuesta definitiva para muchos.
Pero cuando hoy hablo de la verdad como norte, me refiero a las pequeñas verdades, pero no por eso menos importantes, las de todos los días, las que necesitamos saber para dar cauce seguro a nuestros pasos. Son las verdades que se necesitan y se dicen o no, por ejemplo, entre padres e hijos, entre cónyuges, entre amigos, entre jefes y empleados, entre clientes o pacientes y quienes les sirven, entre gobernantes y gobernados, en definitiva, las verdades del quehacer cotidiano. El mandamiento bíblico prohíbe mentir. La mentira siempre es mala, aun la que parece más inofensiva.Para toda circunstancia, la mejor repuesta es la verdad, aunque cueste expresarla, aunque las consecuencias nos atemoricen, siempre será peor decir una mentira. Decir una verdad puede diferirse por razones de prudencia o para corroborar la exactitud de lo que se va a decir. A un enfermo grave, hoy en día, se le está diciendo su verdadera situación, aunque pueda parecer duro.
La desconfianza en Venezuela ha crecido porque poca gente dice la verdad. Nos estamos acostumbrando a mentir y lo peor es que estamos acostumbrando a los jóvenes a mentir. No vayas a trabajar, dile que te sentías mal y la conciencia queda tranquila. Dile que tu mamá está enferma, y no puedes presentar el examen y si investigamos la mamá no está enferma. El mentiroso contumaz está tan acostumbrado a mentir que ya ni le da pena cuando lo descubren. El gobierno venezolano miente descaradamente, es decir, a sabiendas de que quienes lo oyen, saben que está mintiendo. Miente el BCV sobre los índices de inflación y escasez, miente el INE sobre la inflación y el desempleo y la deserción escolar, mienten conscientemente, a sabiendas de la mentira que dicen y se sienten tranquilos. Acaba de ocurrir un terrible asesinato, lamentable y condenable, pero antes de que los cuerpos policiales iniciaran sus investigaciones, el gobierno acusa y condena a la oposición y dice “tener las pruebas contra la derecha”, muchas veces hemos oído ese cuento. Juicios temerarios y mentiras. Como Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, buscan que la mentira repetida mil veces se convierta en verdad. Hace falta la revolución de la verdad.
La verdad como norte
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