En este país…por: Ramón G. Aveledo
Horrible crimen
Causa conmoción la noticia del asesinato del joven parlamentario Robert Serra y su pareja, en su casa, en la noche y con esa violencia brutal que viene caracterizando al delito en nuestro país. Desde su salto a la notoriedad en 2007, cuando era estudiante universitario en la UCAB, se caracterizó por la pugnacidad, lo cual genera simpatías y antipatías intensas. Pero el doble crimen de La Pastora es otra cosa, solo produce repulsa. No hay sensibilidad capaz de la indiferencia ante tal ferocidad.
El dolor de sus familiares y compañeros merece respeto. Leí la declaración de su señora madre, es como la de cualquier madre en esos casos que tristemente se multiplican entre nosotros. Ningún antecedente justificaría un desmedro de la condición humana. Lo obvio es que debe haber una investigación eficaz y transparente, para que se establezcan con prontitud los hechos y procedan trabajo policial y decisiones judiciales concluyentes. Ese crimen no puede quedar, como tantos en Venezuela, impune.
De ese respeto exigible forma parte la mesura que deben guardar los altos funcionarios del Estado, que son servidores de todo el país y no solo de una parte. Manipular la trágica muerte del diputado para unificar las filas partidarias y ahondar la división entre venezolanos desliza fácilmente hacia lo irresponsable. A través de la radio escuché, por ejemplo, el discurso del Presidente de la Asamblea. Es muestra de la peligrosa tentación que aludo. Alerta. Que no se desencadene una competencia de versiones en los voceros oficialistas.
La muerte anda rondando toda Venezuela. Esa misma noche, en la vía a Quíbor en medio del apagón, mataron a balazos a los dos hijos de la señora Nilda Rodríguez de 19 y 17 años cuando salían de visitar a sus novias en el sector Tierra Prometida 2. Y no lo refiero para así disminuir la significación del homicidio del diputado Serra y su comprensible impacto en el pueblo chavista, sino para poner presente la cotidiana tragedia del pueblo venezolano todo.
Los últimos dos fines de semana de septiembre fueron los más violentos en lo que va de 2014, ciento ocho cadáveres ingresaron en la Morgue de Bello Monte. Cincuenta y cinco del viernes 26 al domingo 28.
Un baño de sangre imposible de ignorar y muy difícil de disfrazar con propaganda.
“Vitamina para el optimismo”
“Vitamina para el optimismo” tituló Tal Cual del fin de semana pasado. Bien recibida ha sido por la opinión pública la designación del educador y comunicador popular Jesús Torrealba como nuevo Secretario Ejecutivo de la MUD, salvo por el gobierno que lo ha saludado con cañonazos. Bien haría el sector político en el poder, leyendo con más atención el mensaje que sus opositores dan con esa escogencia.
La expectativa generada y la acogida de la decisión muestran la importancia que la Unidad tiene, como referencia democrática alternativa, dentro y fuera del país.
Cambia el estilo sin cambiar la línea estratégica, la cual fue consensuada por los partidos miembros de la coalición alternativa antes de ponerse de acuerdo en el nombre de Torrealba. Una alianza de la clase media empobrecida y los pobres propuso en sus primeras declaraciones. Por ahí es. Hay un campo muy ancho en la vida real donde puede encontrarse la vasta mayoría de los venezolanos.
Tanto la convocatoria a la marcha del sábado, como su posposición en señal de respeto al duelo del pueblo partidario del proceso, han sido aciertos de la Unidad, en estos primeros trámites.
Debe la alianza asumir sin demoras la actualización de las normas para selección de candidatos, de modo que estas estén listas antes de fin de año, para poder poner en marcha ese proceso que debería culminar, a más tardar, a fines de abril de 2015.
Mala puntería
Como “una nueva fase de la guerra económica” catalogó el Presidente Maduro el cierre de empresas. En los días recientes fueron dos. La química Clorox, a la cual se refirió concretamente porque es “norteamericana” y la brasileña Suramericana de Soplados S.A. que produce tanques plásticos para vehículos. La solución anunciada es ocupar las empresas que se cierren, en vez de acometer los problemas que han conducido al cese de operaciones en esas plantas, relacionados con escasez de materias primas e insumos por la irregularidad en el flujo de divisas.
Ante los problemas de la economía, consecuencia de sus decisiones e indecisiones, reacciona el gobierno como lo ha hecho con las epidemias como la chikunguña y el dengue. Alguien nos hace la guerra. Incluso la gripe que contrajo se la contagió el Presidente Obama en Nueva York, lo cual indicaría que estuvieron más cerca de lo que se supo públicamente. Despues de negar tercamente la existencia de epidemias en el país, ha debido el gobierno admitirlo. Ya el Instituto Nacional de Higiene advierte el riesgo de otras nuevas y pide prepararse en la Memoria y Cuenta 2013 del Ministerio del Poder Popular para la Salud. En Falcón se han reportado más de mil casos de dengue y reclama el Colegio de Profesores que no les validan los reposos por chikunguña a los docentes. Eso sin contar el colapso de la emergencia del Hospital Clínico Universitario que reseña la prensa, o la retención de trescientos contenedores con medicinas, equipos médicos e insumos quirúrgicos en el Puerto de La Guaira.
Si se duplica el costo de producción de las hortalizas, y sus precios al público han subido en 89.9% según Cenda, no es por alguna guerra, salvo la declarada contra el sentido común desde los despachos oficiales.
Deben ser guerras también los reclamos de los electricistas porque no hay cables, o las advertencias de retardo en las importaciones navideñas, por demora en las subastas de Sicad, lo cual hará que muchos productos lleguen después de las fiestas. O que el analfabetismo repunte por aumento de deserción escolar.
En estas guerras el gobierno tiene mala puntería, o está disparando al blanco equivocado.