El drama de los estudiantes bajo arresto domiciliario

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El próximo 17 de octubre será la cuarta audiencia de los jóvenes Eddie Peña (19), Alexis Torres (20) y Emmanuel Fuentes (18), jóvenes aprehendidos durante manifestaciones suscitadas el pasado miércoles 7 de mayo de este año, en las inmediaciones de la avenida Vargas con Venezuela.

Pese a que aseguraron no estar involucrados con hechos de violencia, a los jóvenes se les imputó por los delitos de resistencia a la autoridad, instigación pública e intimidación pública.

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En esta segunda y última entrega, EL IMPULSO presenta los testimonios de otros tres jóvenes que, además de haber sido objeto de abuso y maltrato por parte de funcionarios de seguridad, también perdieron su semestre a causa de la medida de arresto domiciliario que dictó el Tribunal 4° de Control.

El drama de permanecer preso en casa es expuesto de igual forma por sus familiares, quienes esperan una medida sustitutiva que les permita mantenerse bajo régimen de presentación mientras se esclarecen los casos.

Vale mencionar que el artículo 68 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece que “los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a manifestar, pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los que establezca la ley”.

En este sentido, organizaciones políticas y civiles han exhortado al Gobierno a no criminalizar la protesta, como elemento fundamental para el respeto de las libertades.

Quería comer helados pero terminó preso

Cursa dibujo y pintura en la Escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar.

Con residencia en La Carucieña, Enmanuel Fuentes casi pierde una pierna. El muchacho aseguró que no protestaba. Salía de la Escuela de Artes cuando se produjo el conflicto. Al momento de la detención un guardia le disparó a poco más de un metro de distancia. El perdigón iba dirigido al estómago, según contó Fuentes, pero como saltó, producto de los nervios, le dio en el muslo derecho.

En el Destacamento 47 le sanaron la herida a medias. Sin embargo, como dormían en el piso y todos los muchachos debían hacer sus necesidades al mismo tiempo, la herida se le contaminó en algún momento.

-¿Qué pasó ese día?

-Yo salí del curso a mediodía. Iba con una compañera al centro comercial Arca a comer helados. Nos extrañó que la avenida estuviera desierta. Como la puerta principal del centro comercial estaba cerrada dimos la vuelta y en ese momento venían los manifestantes corriendo porque detrás estaba la tanqueta disparando. Yo no tenía nada que ver con la protesta, salía con mi compañera del curso de dibujo. Corrimos en vista de la situación. Nos metimos a una casa cerca de la biblioteca y lanzaron una bomba lacrimógena. Como sufro de asma no podía respirar, tuve que salir y en ese momento un guardia me disparó sin mediar palabra. Cuando el guardia estaba recargando el arma corrí nuevamente con la herida sangrante, hasta que me detuvieron y montaron en la tanqueta. Los guardias dispararon incluso sus pistolas, como si fuese el delincuente más buscado. Pensé que iban a matarme.

-¿Qué ocurrió al llegar al Destacamento?

-Me atendieron la herida y me dieron comida. Nos amarraron con precintos. Todo lo teníamos que hacer juntos. Dormíamos en el suelo y al aire libre.

-¿Cómo le ha afectado la medida de arresto domiciliario?

-Fuertemente. Estoy acostumbrado a trabajar y a pintar que es lo que me gusta hacer, además de psicológicamente. Me altero cuando veo un policía. No puedo hacer deporte. No sé qué pasa porque los policías no han venido a visitarme desde que me trajeron, no han pasado para que les firme el informe semanal. Por otra parte, casi pierdo la pierna por el perdigonazo; la herida me agarró gusanos. Yo me vine infectado del Destacamento porque había muchas moscas. Nadie se atrevía a sacarme pero un funcionario de la policía estadal me trasladó hasta el ambulatorio y de allí al Seguro. Eso fue a la semana de salir del destacamento. Duré dos meses en recuperación. Tuvieron que operarme en carne viva.

-¿Qué dice la familia?

-Se sienten mal porque nunca habíamos pasado por esto. Yo trabaja en una bloquera y en la Comuna Ataroa como diseñador y allí no pueden creer que tenga esta medida. Mi papá trabaja todo el día en una ruta y mi mamá se la pasa haciendo diligencias porque tengo tres hermanitos especiales.

Iba a trabajar cuando lo detuvo la GNB

3er semestre de Diseño Gráfico (Iutajs). Con residencia en Los Crepúsculos.

Alexis Torres se dirigía a su trabajo cuando fue aprehendido por la GNB.

“Trabajaba en Frape Manía, en la 26 con carreras 18 y 19. Debido a las protestas el rapidito se desvió por la avenida Vargas, me bajé en el centro comercial Arca debido a la tranca y aproveché para preguntar unas cosas en la universidad. Como no vi policías decidí continuar por la avenida, atravesar la plaza Los Ilustres, hasta llegar a la universidad. Mientras caminaba, numerosas personas corrían y gritaban que venía la tanqueta. Como yo no estaba protestando y cargaba el uniforme del trabajo seguí caminando. Cuando los guardias empiezan a disparar perdigones y a lanzar bombas lacrimógenas corrí hacia Los Ilustres y luego hacia la biblioteca Pío Tamayo. En ese momento venían muchos motorizados, uno me apuntó con el arma, me mandó a tirarme al suelo y me golpeó la cabeza. Luego me introdujeron en la tanqueta.

-¿Había participado en protestas?

-Nunca. No estaba de acuerdo con las guarimbas porque yo era simpatizante del Gobierno. Hasta ese día lo fui. Ni conocía a los demás muchachos.

-¿Qué pasó luego?

-En el Destacamento el trato de los guardias fue menos severo. Nos colocaron en un pasillo, amarrados con precintos, unos con otros. Ahí mismo comíamos y dormíamos, todos teníamos que hacer nuestras necesidades al mismo tiempo. Cuando nos revisaron los bolsos, los guardias se sorprendieron porque no teníamos nada.

Nunca nos pudimos comunicar con nuestros representantes, hasta el sábado. Como el abogado le solicitó al juez más de cinco minutos para poder leer el expediente se molestó y la difirió. La molestia era para nosotros porque seguiríamos amarrados. Supimos que eran órdenes superiores.

-¿Cómo se siente?

-Ya son 148 días preso. Siempre he trabajado. Y bueno, quiero terminar mi carrera para tener un título. No intenté estudiar en línea porque la plataforma de la universidad es pésima. Mi mamá habló con la directora de escuela pero indicó que no era problema de ella; que congelara el semestre. Las audiencias han sido diferidas porque la boleta de traslado les llega a uno y a otros no. Mi boleta llega es a la comandancia de Macías Mujica, no a la de mi zona de residencia. Yo quiero continuar con mi vida, trabajar y estudiar, además patino y eso me hace mucha falta.

-¿Cómo ha afectado esta situación a la familia?

-Aquí nunca habíamos tenido un problema de este tipo, ni yo, ni algún miembro de mi familia. Mi abuela sufre de los nervios y esto la ha alterado bastante. A veces los policías vienen a las tres de la mañana. Aunque el fiscal del Ministerio Público dictó medida de presentación el juez le pasó por encima y nos dio casa por cárcel.

Arbitrario

“Eso nos ha afectado bastante. Mi nieto perdió su semestre y el trabajo que tenía para ayudarse. Yo soy muy nerviosa. Lo superé un poco, pero cada vez que viene la policía es incómodo para todos y ante los vecinos. Esto jamás nos había pasado, somos una familia humilde pero honrada”, expresó Mireira Morillo de Torres, abuela de Alexis.

Solo miraba lo que ocurría

3er semestre de Diseño Gráfico (Iutajs). Con residencia en El Cují

Eddie Peña mencionó que ese miércoles 7 de mayo las actividades académicas habían sido suspendidas desde primeras horas de la mañana por la protesta que un grupo de estudiantes realizaba en la avenida Vargas con avenida Venezuela y al mismo tiempo en la avenida Libertador.

“La causa de la protesta tenía que ver con el incendio de la UFT. Más que protestar, miraba lo que ocurría. Como debo caminar hasta el Hospital Central para agarrar rapidito, me encontraba caminando por Los Ilustres cuando venía la tanqueta, mucha gente salió corriendo. La GNB lanzó bombas lacrimógenas y corrí por la plaza. Unos perdigones me rozaron. Luego, unos motorizados me subieron a una moto y después me pasaron a la tanqueta. Cooperé para que no me golpearan”.

En el antiguo Destacamento 47 lo pusieron a caminar en cuclillas.

“Estuvimos día y noche en el piso. Dormíamos en el suelo, amarrados. Nos permitían orinar en el patio, pero igualmente, todos atados. Evitaba comer mucho ya que propiamente al baño me permitieron ir al cuarto día”.

-¿Es compleja esta situación?

-Me siento mal. Tendré que esperar hasta marzo del año que viene para ver si continúo los estudios. Ya han diferido tres veces la audiencia. Intenté mandar algunos trabajos y estudiar en línea pero no se pudo.

La mamá de Eddie, Ana Colina, dijo que a su hijo lo tratan como a un delincuente común.

“Los cinco tenían que ir a hacer sus necesidades amarrados. Lo trasladan a los tribunales con delincuentes. Los días que estuvo en el destacamento nos íbamos a las 6:00 de la mañana y regresábamos a las 9:00 de la noche. Ya son cuatro meses de casa por cárcel, mi hijo no es ningún delincuente”.

Agregó que Eddie trabaja para una página web, cargando material de la temporada de béisbol, fútbol y baloncesto.

“Asiste al estadio durante la temporada, si esta medida no cambia, este año no podrá trabajar y eso lo tiene deprimido. Le pedimos a Dios para ver si este mes sale de esto. Nunca habíamos tenido problema alguno”.

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