“Chúo”, educador y periodista, tiene la experiencia en la relación con diversos grupos del ámbito partidista y social. Sabe actuar como coordinador de gente y organizaciones con legítimas opiniones diferentes. Entiende la diversidad. Tiene formación política. No es, pues, un “amateur”. Sus convicciones democráticas están más que curtidas, igual que las de luchar, incluso en “contra de la corriente”. Estimo, porque le conozco, que tiene muy clara la importancia de sumar no solo entre opositores sino entre quienes vienen o están en el mundo del Psuv-popular. Así ha sido la historia de años en el “Radar de los Barrios” que por cierto, es mucho más que un programa de radio y uno de TV. Es organización de líderes populares.
Hay que tener claro que la MUD no es un partido político ni sustituye a los que integran la alianza. Que su Secretario Ejecutivo no es una especie de “jefe” de los partidos. No hay –afortunadamente – pensamiento único sino diversidad, con metas comunes esenciales. La acción política sigue siendo fundamentalmente la que hagan los partidos, por si mismos, con sus matices, y en alianza. El Secretario Ejecutivo es un coordinador de lo que éstos decidan. Si Ramón Guillermo Aveledo hizo labor extraordinaria como eje para unir con paciencia y sapiencia tantos puntos de vista diferentes, “Chúo” puede agregar a eso una etapa más dinámica, la que necesitan estos tiempos aún no electorales pero de gran turbulencia política y social, para que la MUD sea más proactiva y tenga un acento especial de conexión con los reclamos populares. La Unidad Democrática que responda desde el sentir popular y las angustias sociales.
La Unidad es indispensable. Absolutamente indispensable. No solo para sumar fuerzas y votos, que ya es bastante, sino para que el país tenga confianza en que el cambio que proponemos no es un “salto al vacío”. Algunas semanas atrás cité dos ejemplos: la transición de la dictadura de Pérez Jiménez a la democracia en 1958 y la derrota del dictador criminal Pinochet en el plebiscito de 1988. En estos dos hechos históricos se combinaron dos asuntos claves. La voluntad de luchar y la unidad política que garantizaba futuro con gobernabilidad.
En efecto, sin el “Pacto de Nueva York” (1957) entre Villalba, Betancourt y Caldera, luego convertido en “Pacto de Punto Fijo”, y sin la Junta Patriótica, alianza de AD, PCV, Copei y URD, poco habrían servido las luchas obreras, la huelga estudiantil, las protestas callejeras, la combativa Pastoral de la Iglesia…
Y los chilenos “hicieron la tarea” votando por el NO, venciendo el miedo, las amenazas, los atropellos, el ventajismo de la Junta Militar. Ese coraje habría sido inútil si los partidos no hubiesen conformado una Unidad que demostraba que habría gobernabilidad tras la salida del dictador. Sin unidad y una “fuerza tranquila del cambio” que no era revanchista ni amenazante, jamás se hubiera fracturado la Junta Militar cuando algunos de ellos quisieron desconocer el resultado.
Por supuesto, no hay que esperar milagros ni liderazgos mesiánicos para la MUD, pero si estamos ante una nueva oportunidad para relanzarla. Dependerá de todos nosotros, de los partidos que sepan empinarse y de los ciudadanos sean o no militantes de partido. A sumar y unir, a participar y luchar, a tender la mano al reencuentro con millones que con legitimidad se esperanzaron con la “revolución” pero hoy protestan, están hartos del fracaso y la corrupción y quieren cambio.
Sin tregua – ¡Unidad! ¡Unidad!
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