Planteamientos – Ciencia del Alma

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Puede parecer un contrasentido. Pero, afortunadamente, el debate que se libra en el ámbito epistemológico de la Ciencia, en general, advierte acerca de rupturas que apuntalan visiones y concepciones que décadas atrás y, con mayor fuerza, en siglo ha, se entendían como fuera de lugar e “irracionales”. Eran los tiempos del endiosamiento de la razón, a partir del impacto que en la comunidad científica causó Descartes con el “Método del Discurso”, y su vigencia secular. Pero nada es eterno, para decirlo con Perogrullo.
Cuando Galileo, sienta las bases del método experimental en las ciencias de la naturaleza, le tocó ratificar sus convicciones, legando a la posterioridad su contundente razonamiento científico en su no menos frase: ¡Eppur si Muove!, en su alegato acerca del movimiento de la tierra.
A decir de los especialistas en el tema, se trata de reflexiones y descubrimientos en un contexto en el cual ya se perfila el tránsito de la edad medieval a la edad moderna. También en pleno Siglo XVII, otro científico, con no menos credenciales: Blaise Pascal fue matemático, físico, filósofo y, además incursionó en la teología.
En su condición de científico, ante la duda existencial que enfrenta la sociedad en ese momento, propia de todo proceso de transición, con toda la carga de incertidumbre implícita, termina refugiándose en la religión como salida a la crisis depresiva que lo asola y deprime. Por ello, el hombre- señala el pensador francés- ha de apostar creyendo en la existencia de un Dios que le ampare y le tranquilice, que le impida sucumbir al vértigo existencial de ser él mismo.
En su crítica al racionalismo cartesiano, habrá de advertir con meridiana claridad, que el ser humanos se debate permanentemente en una guerra interior: la lucha de la razón contra las pasiones.
“El corazón tiene razones que la razón ignora” es la célebre frase de Blas Pascal que hoy –a la luz de las neurociencias‒ confirma la genialidad de su mente y, por supuesto, de su corazón. Pascal se adelantó cuatro siglos a la comprensión del corazón como órgano neurosensible, dotado de neuronas y de un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40 mil neuronas, lo que al parecer permite al corazón tomar decisiones y pasar a la acción “sin consultar” al cerebro…. Así se expresa, María Bárcenas, analista de la obra del científico francés, a quien califica como el “pensador sensible”.
En esa búsqueda constante que preside la interrogante: ¿Existe el alma?, de suyo las religiones aportan bastante. Pero, ahora la Neuroteología, desde la perspectiva multidisciplinaria de la psicología experimental, neuropsicología comparada e imageneología cerebral, apunta en esa dirección; por supuesto, como antes, sin contar aún con la aprobación de la comunidad científica.

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