“Adj. Que excede en mucho a lo ordinario o presumible”, reza una de las acepciones del Diccionario de la Real Academia Española en relación a la palabra loco y aunque sean un par de silabas que mencionamos casi cotidianamente, valdría la pena detenerse y apreciar, así como sirve el momento para contar la historia del recorrido musical por 11 ciudades del país de Manuel Rangel y Edward Ramírez. Un cuatro, unas maracas y el arrebato de llevarlos a sitios donde usualmente no ocurre tal fusión
El proyecto surgió de una pregunta, de una conversación fortuita, de las ganas que los invade por compartir la música que conecta con las raíces. La describen, también, como un intercambio. En escena son el cuatrista Edward Ramírez y el maraquero Manuel Rangel. Fuera de ella son dos “hermanos de la vida”. Juntos decidieron llamarse Locos de Carretera. Empezaron su plan de viaje haciendo uso de sus propios recursos con la única finalidad de compartir experiencias, que al final, suman vida a su historia musical.
Sin embargo, no tardo mucho en llegar el apoyo de los amigos que la misma vida les ha dado. El relato de Manuel lo compara con la película “Una cadena de favores”, donde todo empieza a darse aparentemente a corto alcance y termina convirtiéndose en un gran festín de buenas obras. Así, lograron conseguir hospedaje, atenciones y una alianza con la viajera de Venezuela, Valentina Quintero quien hacía contacto diario en su programa de radio con estos dos locos para “echar el cuento” de lo que sucedía en el ínterin de cada día.
Además de sus proyectos individuales, que tienen mucho que ver con la experimentación e investigación sobre la música tradicional venezolana y caribeña, decidieron emprender el viaje musical que llevaron a cabo por once ciudades del país durante dos semanas. El recorrido de la primera gira fue por el occidente del país. Maracay, Valencia, Puerto Cabello, San Felipe, Barquisimeto, Carora, Guanare, Barinas, Mérida, San Cristobal y Maracaibo vibraron al son de cuatro y maracas. Los sitios elegidos fueron locales donde usualmente no tiene presencia la música tradicional. La receptividad fue abismal. LLenaron todos los aforos y ello repercute en la promesa de una réplica de la gira por el Oriente del país, cosa que ya han venido discutiendo este par de músicos con todos los involucrados (amigos, artistas, familia, público).
“Nos conseguimos en Cuatro por Cuatro. Invitamos a Manuel a un concierto y se empezó a sentir la conexión, aproximadamente en el 2004… nos hicimos muy amigos. Cuando él venía de Barquisimeto siempre se quedaba en mi casa… nos volvimos hermanos de la vida”, comenta Edward sobre como coincidieron sus trayectos. Se trata de dos jóvenes con una importante presencia en la escena musical venezolana.
Luego de compartir un gran número de tarimas en Kapicúa, C4Trio, Los Sinvergüenzas y otras colaboraciones como la Movida Acústica Urbana, tomaron el arranque de “¡Qué tal si nos vamos a tocar por Venezuela!” como una sentencia de que lo verdaderamente importante es intercambiar experiencias. Así se volvieron “Locos de Carretera”… Y empezó la travesía de cuatro y maracas.
Edward y Manuel en retrospectiva
En relación a la experimentación que cada uno ha llevado con su instrumento base, estos dos muchachos tienen su cuota en romper esquemas. Edward, por su parte, buscaba una sonoridad diferente en su tradicional cuatro, lo que materializó con una nueva versión del instrumento: un cuatro con cuerdas de metal que creó con el lutier Rafael González para interpretar dos de sus producciones discográficas en las que se adentra en el joropo tuyero. “La idea era interpretar un joropo tuyero, que usualmente se toca con un arpa de cuerdas de metal. Es algo bellísimo…El cuatro fue especialmente diseñado para resistir la presión de las cuerdas de metal. De hecho, son tres cuerdas de metal y un nylon de pescar”, agrega el cuatrista.
Manuel haciendo uso de sus maracas y otro par de éstas intervenidas con elementos electrónicos, ha plasmado en su primer álbum, Instinto, una fusión que se entremezcla entre lo más autóctono y lo más contemporáneo de su esencia. Entre tanto, podría decirse que se encuentra en la loable labor de reivindicar un instrumento que generalmente acompaña y pocas veces protagoniza en escena. El proyecto que incluye las maracas electrónicas ha girado por Portugal, varias ciudades de Estados Unidos y en las tradicionales Noches de Guataca en Caracas.