En entrevista con el diario español El País, José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, señaló que el diálogo «serio» es «indispensable» para poner fin a la crisis política en Venezuela, una situación que parece haberse agudizado desde las protestas de febrero.
Para Insulza, hasta los momentos «no ha existido una voluntad de diálogo real» entre los distintos actores políticos del país, sino «una cantidad de monólogos».
El diálogo es, según José Miguel Insulza, el camino “indispensable” para resolver la crisis que vive Venezuela desde las protestas de febrero. Pero éste debe ser “serio”, porque hasta ahora “no ha existido una voluntad de diálogo real”, sostiene el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA).
A Insulza, que ha participado esta semana por última vez en la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York como jefe de la OEA, puesto que dejará tras una década el año próximo, le duele que le lluevan, como le han llovido de forma continuada, las acusaciones de haber favorecido a gobiernos de países como Venezuela.
“No es justo”, afirma en entrevista con este periódico, en la que se defiende aludiendo a la “coherencia”, que afirma ha marcado su gestión durante dos mandatos al frente de la organización hemisférica.
Como ejemplo de lo que considera coherencia en su gestión Insulza usa, precisamente, el caso venezolano. “Para que la OEA actúe en algún lugar tiene que tener el consenso de los países miembros. Si no tiene el consenso, no actúa”, recuerda. “Por lo tanto, no estoy validando lo que ocurre en Venezuela. Al contrario, creo que en Venezuela es indispensable un diálogo. Pero un diálogo en serio”, subraya.
“Un diálogo significa primero que, además de hablar, uno escucha. Y escucha las razones de los otros y está dispuesto a hacer concesiones y a encontrarse a medio camino”, puntualiza. Lo que se ha dado hasta ahora en el país sudamericano, a través de la mediación organizada por Unasur, afirma, no ha sido más que “una cantidad de monólogos”.
Y apunta un dato más: “La oposición no se puede sentar a la mesa (de diálogo) cuando están presos una cantidad de dirigentes que, aunque quizás no querían ir al diálogo, son parte de la oposición”. Hablar requiere de “gestos”, señala.
Un paso en este sentido es, a juicio de Insulza, la reciente liberación temporal del ex comisario Iván Simonovis por motivos de salud. Pero éste se matiza por el hecho de que las autoridades han precisado que tras recuperarse deberá regresar a cumplir los 20 años de prisión que aún le quedan —ya ha cumplido nueve— de su condena como autor intelectual de varias de las muertes por disparos en la marcha en Caracas en abril de 2002 que precedió al golpe de Estado contra el entonces presidente Hugo Chávez.
“A lo mejor es un empujoncito, pero no es suficiente probablemente para reiniciar el diálogo”, considera Insulza. El tiempo, reconoce, no corre a favor de la crisis.
“Esto empezó en febrero. Estamos ya a fines de septiembre y, a pesar de que el diálogo empezó con un debate en que todos dijeron lo suyo, después había que sentarse y decir qué a cambio de qué, y la verdad es que eso no ocurrió”.
Venezuela es claramente un país dividido”
¿Ha muerto pues ese intento de mediación? Para Insulza, no. “Nadie ha declarado por terminado el diálogo, ni siquiera la oposición”, recuerda. Dicho lo cual, considera que “es necesario constatar esa parálisis de alguna manera” y, quizás, actuar en consecuencia. Porque, para Insulza, “no hay otro camino” que el de una solución dialogada en esta crisis. “Venezuela es claramente un país dividido, y un país que está dividido en mitades, si esas mitades no se juntan, eso es pésimo para el país por muchos años. Eso lo hemos aprendido de mala manera, pagando muy caros precios” en la región.
La gestión en el caso de Venezuela no es el único tema que más de uno y más de dos le reprocha a Insulza al frente de la OEA. Más allá de la parte política, también está el cuestionamiento de los elevados costes en que ha incurrido la organización los últimos años, entre otros por los múltiples mandatos que recibe. En este aspecto, Insulza se felicita por haber echado a rodar ya al menos la “visión estratégica”, una especie de “hoja de ruta” que pretende mejorar la gestión, empezando por “priorizar”, precisamente, los incontables mandatos que le entregan los gobiernos.
Aunque esta es una tarea que quedará en manos de su sucesor, Insulza asegura que el año próximo dejará la OEA satisfecho.
“Me voy contento, porque creo que mi principal logro es haber mantenido unida esta organización en tiempos de discrepancia”, afirma. La fórmula tras ese “logro”: “Hemos sido muy tolerantes con todos”. “Todos sienten que pueden participar aquí. [La OEA] sigue siendo el foro por excelencia, aquí es donde se dice todo, aquí es donde participan todos, y eso ha sido un gran logro”, sostiene.
¿No desearía que el secretario general tuviera más poder frente a los Estados? “No, no creo que necesitemos un presidente de las Américas, la OEA tiene que seguir siendo lo que es, una organización multilateral de Estados”.