La patria, más que la tierra de sus padres, es la tierra de los hijos, la patria mas que un mirar hacia el pasado es el presente con todas sus dimensiones, de angustias y de lucha, de dolor y de alegrías de hambre y de saciedad, de fr´´io y de calor, de abundancia y pobreza.
La patria no es una multitud, la patria es una unidad, porque es el alma nacional, ella da unidad de sentido y de acción.
Esa Unidad de Acción nos hace pensar en el prócer Pedro León Torres cuando manifestó: “Si no soy digno de servir a mi patria como General, permitidme al menos que le sirva como el ultimo de sus soldados”, y estas palabras se reflejan en Ramón Guillermo Aveledo cuando manifestó que renunciaba al Secretariado Ejecutivo de la MUD, pero que no renunciaba a la Unidad.
Cada paso es una meta, sin dejar de ser un paso, la palabra Unidad es palabra cotidiana en nuestro lenguaje, la consciencia del conjunto debe ser un estado permanente en los hombres que creen en la Unidad para conseguir la libertad. Este término no puede ser vacío porque nos hace pensar en las nueces, una llena y una vacía, aparentemente son iguales, pero si la nuez vacía tuviera conciencia moriría de vergüenza, porque comparte un nombre que no le cuadra, porque le falta la sustancia misma que le justifica, la palabra Unidad, no puede ser vacía.
Ramón Guillermo cuando acepta convertirse en la voz de la Unidad, no dudó en la presencia del deber, y lo hizo de tal manera, que muchos consideraban y consideran su presencia en la MUD como una garantía de tolerancia y respeto, como un hombre disponible a cualquier destino, y es que las épocas de decadencia la característica es la mediocridad de sus conductores, pero es también la hora del resurgimiento con la presencia luminosa de jefes de selección.
Los hombres limitados por su naturaleza son infinitos en sus deseos, por eso el mundo está lleno de fuerzas opuestas, pero esas rivalidades no pueden generar conflictos insalvables, porque todo el equilibrio encontrará el mundo de la Unidad y de la paz y ese equilibrio le sobra a Ramón Guillermo Aveledo, que recibe este reconocimiento de la sociedad larense en conjunto.
Solo la Unidad de todos los que creen en la Democracia podria protegernos de toda fragmentación de la Alianza Política. Cuando Aveledo renunció la opinión publica se conmovió y mover la opinión publica en sentido positivo es obra de gigante y el gigante se presenta en forma serena, juiciosa, haciéndoles un llamado a todos al bando de la Unidad, de la Democracia, de la libertad y esperar es una manera de vencer, ya que no hay prueba mejor de vigor que reprimir el vigor, por ideas mejores, útiles a todos y la demora hace unir a todos ante el desespero de no haber mañana.
Pregonamos equivocadamente que somos incapaces de una política conciliadora y aupamos la violencia como método para lograr lo que queremos y en consecuencia nos dividimos.
Ramón esta de pie, elocuente, erguido, moderado, profundo, él inspira la cohesión y sensatez de los propósitos, una confianza suficiente para convertirse en el anhelo del país, en el paladín de la Unidad.
Se pelea cuando se atraen los ánimos hostiles, por la disolución de la Unidad, donde existe cordura y no impaciencia, existe triunfo.
La Unidad es la idea del triunfo, cuando el país se encuentra en una situación de dos formas contrarias, antagónicas, de pensamientos disímiles en todas formas, que pareciera ver al país marchar en forma dislocada, y queremos que todas las partes o sociedades intermedias estén conectadas armoniosamente con el sentir del País Nacional, que va mas allá del país político, lograremos el equilibrio necesario para la conquista de la libertad amenazada, cuando alguno de las partes o sociedades intermedias del País, no se une a ese sentir del País Nacional, crea una división que aunque dure poco tiempo, aportará desordenes, rupturas, que fortalecen a los enemigos de la Unidad..
La causa primera del País Nacional es la unidad y cuando algo no vibre en igual forma a la causa primera se está alejando de la Unidad, no es que no pueden haber variaciones, pero esas variaciones son parte de la Unidad Sinalógica, que no une cuestiones idénticas, sino precisamente diferentes, pero que no pueden separarse de la meta o fin que se le persigue.
Ramón Guillermo Aveledo paladín de la unidad
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