El título de este artículo sirve para cualquier decisión que tome este gobierno, para cualquier cosa que invente. Quien tenga un poco de sindéresis no puede estar de acuerdo con nada. Sin embargo, no se equivoquen, no voy a hablar de política sino de cine, aunque en el tema puede haber una decisión política que no me interesa.
No estoy de acuerdo con la escogencia de la película Libertador para representar a Venezuela en el premio a la mejor película extranjera del Oscar. Primero, no puede representar a nuestro país cuando la mayoría del costo no se hizo con capital venezolano. Si la Villa del Cine contribuyó, sería en una mínima parte de los 50 millones de dólares de la producción.
En su vida ha tenido, ni tendrá en mucho tiempo, esa cantidad. Segundo,
si el director, el primer actor y otros pocos son venezolanos, la mayor parte no lo es, como tampoco los técnicos. El bien logrado guión es de un estadounidense. La excelente música y su ejecución sí son nuestras.
¿Es malo lo anterior? No, en absoluto, es una co-producción y esta fórmula contribuye para el logro de la obra de arte y su necesaria universalidad, no sólo por lo que representa como proyección cultural y popular, sino porque sin la cual no se recuperaría nunca el dinero invertido y mucho menos se obtendrían ganancias.
Otros han dicho y en eso sí estoy de acuerdo, que el tema mismo de la cinta no es lo que a la Academia del Oscar le interesa para premiar una película extranjera. Allí quieren más bien asuntos sociales, problemas humanos contemporáneos y la épica está pospuesta al menos para esta instancia. Parece que en este sentido el film “Pelo malo” de Mariana Rendón resultaba más apropiado, según se había desprendido de la opinión de una mayoría del jurado, que por una extraña razón pasó a ser luego minoría y ganó la obra de Alberto Arvelo.
No estoy en capacidad de especular sobre cuál sería esa “extraña razón”. No ando por los pasillos de los lugares donde se cuecen estas decisiones. Más bien por mis intereses, mi edad y las pocas actividades que me quedan, me mantengo muy alejada de ellos. Lo único que sé es que la película “Libertador”, si no es venezolana ni para el Oscar y aunque se le atribuyan posiciones políticas que deforman la verdad histórica con aviesa intención, para mí es y seguirá siendo una obra de elevada dimensión artística.
La escogencia de Edgar Ramírez para el rol protagónico, aunque en lo físico nada tiene que ver con la conocida icnografía del héroe, ni siquiera con ese engendro que inventó el ilegítimo difunto, es muy acertada porque no sólo es un gran actor, sino el único venezolano con trayectoria internacional y eso cuenta para el éxito del film fuera de nuestras fronteras.
Del Guaire al Turbio – No estoy de acuerdo
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