Julio César Montilla Bastidas, de 32 años de edad, fue asesinado en la calle que comunica al barrio Santo Domingo con el distribuidor de la avenida Nectario María, conocida como Ribereña, en horas del mediodía de ayer lunes.
Bastidas Montilla recibió hasta cuatro disparos en su rostro y su cuerpo quedó tendido en la acera de una de las esquinas que se encuentran en dicho distribuidor, cuando su atacante, a bordo de una moto, arribó al lugar y le disparó en varias oportunidades, frente a varias personas que se encontraban en la zona y de los usuarios que se desplazaban por allí en sus vehículos.
Según se conoció, Bastidas frecuentaba esa zona para sentarse con sus amigos de la zona, justo al lado de un kiosco que vende frutas. Sin embargo, el mediodía de ayer sería interceptado por su victimario, quien lo mató sin mediar palabras.
Familiares y amigos se agolparon alrededor del cuerpo y lloraban la pérdida. Su esposa, con quien mantenía una relación desde hace poco más de un año y con la que habría gestado una hija de pocos meses de nacida, gritaba junto al cuerpo de la víctima: “¿por qué César, por qué?”.
De igual forma, quienes lo conocían indicaron que la víctima trabajaba en el kiosco en frente de donde frecuentaba sentarse, y que estaba feliz ya que, desde hoy, iniciaría como empleado en una empresa de la ciudad.
Antecedentes
Se conoció que tenía registros policiales por ser acusado del delito de robo agravado en el pasado y, hace poco más de un año, habría quedado en libertad. “Él se estaba regenerando, estaba trabajando y desde su matrimonio y el nacimiento de su hija estaba cambiado”, dijo Marbella Rodríguez, quien habría ayudado a criar a Bastidas desde que este era muy joven.
En horas del mediodía, funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas acudieron al lugar para recoger las evidencias del caso y determinar las responsabilidades.