Para afrontar como nación, es decir juntos y constructivamente, la crisis que padecemos, nos hace falta comprender su naturaleza, y a tal fin, hay que empezar por entender los elementos que le dan forma y contenido.
¿Están los actores sociales fundamentales conscientes de nuestra realidad? ¿Tienen, como se dice coloquialmente, los pies sobre la tierra?
En esa perspectiva, debe preocuparnos como síntoma el Orden del Día de la Sesión de Asamblea Nacional del pasado martes 16. Hay que descartar la hipótesis de maniobra contra el gobierno o cualquier mala intención. Se trata del Poder Legislativo Nacional, bajo control absoluto del partido en el poder, cuyo Presidente es el Presidente de la República. El titular de la AN es, a su vez, Primer Vicepresidente del Psuv y persona que constantemente hace protestas de lealtad hacia el primer mandatario, su gobierno, la Revolución, el legado de Chávez, y etcétera.
Lo que trajo la Junta Directiva como temario a debatir en la sesión de esta semana, celebrada el martes 14 de septiembre de 2014 fue:
1. Proyecto de Acuerdo en apoyo al Presidente Constitucional Nicolás Maduro Moros en la lucha contra la Guerra Económica que intenta desestabilizar la Economía Nacional y la Paz de la República.
2. Proyecto de Acuerdo en rechazo al Terrorismo Mediático realizado por parte de sectores de la Derecha contra el Sector Salud.
3. Proyecto de Acuerdo en rechazo al comunicado emitido por el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, por representar una nueva agresión contra la República Bolivariana de Venezuela.
De la redacción de los puntos, tan oficiales como pueden ser, así como de los fogosos discursos de los parlamentarios gubernamentales en el hemiciclo, se desprende una visión del presente.
No hay escasez por falta de producción o porque ya no llegan las importaciones copiosas porque las divisas no alcanzan. La inflación no es el resultado económico y monetario natural de una situación causada por las políticas, errores y omisiones del gobierno.
No hay epidemias de chikungunya o dengue hemorrágico. No es cierto que escaseen medicamentos, o que en los hospitales y clínicas hagan falta insumos y equipos. Tampoco que las cirugías se pospongan, los quirófanos se cierren y haya tratamientos que no pueden administrarse, como los de VIH y otros crónicos.
Parece que después del martes, ha de haber sido miércoles o jueves, el gobierno hizo otro hallazgo que va más allá de la “guerra mediática”. El ataque contra nuestra salud no es solamente mediático. El propio Presidente de la República denunció una “guerra biológica” que se agrega a la “guerra psicológica”.
Y el tercer punto que mereció la atención de los señores diputados es, cómo podría faltar, otra declaración imperial de la cancillería de Washington. El “enemigo” está clarísimo para el gobierno. Allí está la “mano peluda”, catira o afroamericana si se acusa a la Casa Blanca, detrás de nuestros males. ¡Muera la realidad! Parece ser la consigna revolucionaria, cuando esta se nos viene encima y llega la hora de regresar del sueño. Pero, digámoslo claramente, no serán resueltos, y ni siquiera atendidos, los verdaderos problemas que vivimos los venezolanos, mientras quienes están llamados a hacerlo habiten en un mundo de fantasía ideológica. En un discurso despegado de la realidad. Porque gobernar es mucho más que hacer propaganda.
José Luis Zapata
El viernes pasado falleció en Caracas José Luis Zapata Escalona, uno de los fundadores del socialcristianismo en nuestra región, Diputado por Lara al Congreso y Senador por el estado Portuguesa. En Barquisimeto ejerció la abogacía con pulcritud. En el parlamento brilló por su inteligencia y su capacidad de trabajo, fue Presidente de la Comisión de Política Interior de Diputados, de la de Agricultura del Senado y Jefe de la Fracción Parlamentaria de Copei. Durante la Presidencia de Luis Herrera Campíns, su amigo y compañero de exilio cuando eran un par de dirigentes universitarios a quienes la dictadura hizo presos y expulsó del país, Zapata fue ministro de Información y Turismo y Agricultura y Cría, y embajador ante la FAO en Roma.
Su principal virtud fue la honestidad, un terreno en el cual era intransigente a toda prueba.