El gobierno del presidente Nicolás Maduro, meses atrás, iniciándose el año, comenzó a asomar la posible medida de aumentar el precio de la gasolina. Correspondió al vocero más autorizado en esta materia para ese entonces, Ministro de Energía, presidente de PDVSA y vicepresidente para el área económica, Rafael Ramírez, plantear entre otros argumentos: “Que el subsidio no puede seguir generando pérdidas anuales cercanas a 12.600 millones de dólares al Estado venezolano”; «tenemos que dar una discusión nacional de si ha llegado el momento o no de cobrar la gasolina. En este país no se paga por gasolina, Pdvsa paga para que echen gasolina. Desde hace 16 años no se ajustan los precios”.
Durante los meses siguientes, en medio de la conflictividad política que vivió el país, el tema pasó a un segundo plano; pero luego del desgaste y el fracaso de la apuesta por una salida no institucional, con todo el saldo trágico de por medio, reapareció.
Se reafirmaron los argumentos iniciales, con insistencia: “Con una botella de agua mineral de 7 bolívares, se compran 72 litros de gasolina, con lo que se paga por un periódico se echan 100 litros de combustible y por un refresco de lata a 12 bolívares se echan 250 litros de diesel, esto no tiene sentido para nada».
Otros voceros del gobierno, plantearon que efectivamente se trata de un subsidio grotesco porque traslada recursos que pudieran perfectamente destinarse a programas u obras sociales, en lugar de continuar beneficiando a quienes están en condiciones de pagar un nuevo precio.
En el país, el importe de un litro de gasolina de 95 octanos es de Bs 0,0097. En otras latitudes, como por ejemplo Estados Unidos o Rusia, el equivalente es de $ 2. En Bolivia, Uruguay, Nicaragua o Ecuador, ronda el valor de $ 3,90 el galón (3,78 litros). Tratándose en estos casos de precios solidarios, como suelen denominarse ahora, el importe de un tanque de 60 litros es de $60. En nuestros lares, el mismo tanque está en Bs 5,82, o sea, menos de $ 1 a una tasa de cambio oficial de Bs 6,30/ $, según cálculos del economista Víctor Alvarez R. (UN, 31/12/2014).
En similar reflexión, pero desde la perspectiva de la aplicación de la Ley Orgánica de Precios Justos, y su justificación revolucionaria como medida para el combate contra la “guerra económica” y la especulación, llama la atención la situación para PDVSA. En sentido estricto, los cálculos que arroja la estructura de costos con base en una ganancia de 30%, determinan un precio de ajuste de Bs 4 el litro.
Sin hablar de lo que significa en economía “el costo de oportunidad”, prevalece el costo político, pero se trata de un problema estructural. Ni este ni otro gobierno podrán evadirlo.
Planteamientos – Gasolina: combustible político
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