Los votantes escoceses dijeron no a la independencia, decidiendo seguir siendo parte del Reino Unido, en un histórico referendo que sacudió el país.
La decisión impidió la ruptura de una unión de 307 años con Inglaterra, y causó un enorme alivio en el establishment político británico. Los escoceses votaron 55% a 45% contra la separación, en una consulta que tuvo una participación sin precedentes.
La mayoría de los votantes no adoptaron el apasionado pedido del primer ministro escocés Alex Salmond de lanzar un nuevo estado, optando en lugar de ello por la seguridad de permanecer en el Reino Unido.
Salmond admitió la derrota, diciendo «sabemos que la mayoría estuvo por el No» y llamó a los escoceses a aceptar el resultado de la votación.
Dijo que la consulta fue «un triunfo para el proceso democrático».
Salmond había argumentado en su campaña que los escoceses podían separarse debido a sus amplias reservas de petróleo y sus altos niveles de creatividad y educación. Dijo que Escocia prosperaría por su cuenta, libre de interferencia de cualquier gobierno basado en Londres.
Pese a la derrota, el habilidoso político de 59 años estuvo cerca de ganar la independencia y consiguió una promesa de nuevos poderes para Escocia de nerviosos políticos en Londres.
Muchos vieron la consulta como una campaña de «cabezas contra corazones», con muchos escoceses de mayor edad concluyendo que la independencia sería demasiado riesgosa financieramente, mientras que los jóvenes se sentían atraídos por la idea de construir su propio país.
El resultado salva al primer ministro británico David Cameron de una derrota histórica y ayuda al líder opositor Ed Miliband al mantener a sus numerosos legisladores del Partido Laborista en Escocia. Su partido habría tenido más dificultades para ganar las elecciones nacionales del 2015 sin ese apoyo de Escocia.
El voto contra la independencia escocesa impide que Gran Bretaña pierda una parte substancial de su territorio y reservas petroleras, y previene que tenga que encontrar una nueva base para su arsenal nuclear, ahora estacionado en Escocia. El Reino Unido enfrentaba además la posible pérdida de influencia dentro de instituciones internacionales, incluyendo la Unión Europea y la ONU.