El papa Francisco ha roto los paradigmas. Llegó con la fama de ser un prelado caracterizado por la humildad; nada de ínfulas que lo transformaran en un pastor inaccesible. Suerte de emperador romano atiborrado de prepotencias y egos elevados en el incienso de la idolatría enfermiza. En poco más de un año efectúa cambios fundamentales que ya los cimientos de un imperio comienzan a sentir. Se ha reunido con los principales líderes de otras denominaciones religiosas, hace apenas unos días visitó a una congregación evangélica, pidiéndoles perdón por la acción cooperadora de algunos católicos en la bestial persecución y asesinatos que suscitó el gobierno fascista de Benito Mussolini, en contra de sectores protestantes. Esa manera sencilla de encarar las diferencias y lograr consensuar con grupos de pensamientos diversos lo hace un personaje irrepetible.
Sus alforjas están llenas de una autenticidad que resalta en la sobriedad de aquel que entiende que Dios se deleita en el corazón de la sencillez. Qué la esplendidez del oropel, solo esconde heridas de mentiras estiradas; hasta lograr que la cicatriz quede resguardaba por posturas hipócritas. Son los mismos falsos profetas que abundaron en la iglesia del primer siglo, aquellos que no lograron que el polvo no percudiera sus sandalias de caminantes por los desiertos del error.
Su gran determinación sigue enfrentando a los intocables. Mientras otros callaron por complicidad o miedo, Francisco sin ningún temor ha emprendido una feroz campaña de rescate de su iglesia en la búsqueda de lograr que ella sea un camino sin manchas que afeen el rostro del evangelio de Jesús. Asimismo mantiene una permanente denuncia en contra de la mafia italiana. Suerte de supra poder que articula una serie ramificaciones en donde muchos órganos del estado están comprometidos hasta en la medula.
Quizás su lucha mayor es lograr que los poderosos grupos que están dentro de su grey puedan ser reducidos a la mínima expresión, grandes potentados que escalaron posiciones amparadas en la fe; grupos de alto rango que se creen eximidos de cualquier investigación. Ellos piensan que heredaron de manos de los apóstoles sus cómodas vidas. Perdieron su amor por las almas y hasta las miran con el desdén propio del que se cree insustituible.
Es un hombre cercano a la gente. Es feliz cuando puede liberarse de tanto ritualismo para colocarse al lado de los que menos tienen. Con su ejemplo viene creando un modelo ecuménico que les está dando los resultados deseados. Sin embargo son tan grandes los poderes enfrentados que su vida puede correr peligro. No todo aquel que pregona el cristianismo lo es de verdad. Existen muchos privilegios que es muy difícil que la curia romana pueda desprenderse de sus fortunas. Jamás rehúye algún tema comprometedor que pueda lesionar a su credo. Denunció a los sacerdotes pederasta; no guardó silencio cómplice frente a las aberraciones de algunos presbíteros que perdieron el sentido de su fe.
Después de muchos años, una brisa fuerte viene abriendo las ventanas intimidatorias de un Vaticano rocoso; en donde sus estructuras puedan ser flexibilizadas con un ministerio más cercano a los débiles. Ojalá el buen Vicario argentino pueda ver culminada su obra…
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