Nuestras decisiones están al margen de la existencia vital. Signados desde el nacer por la finitud de la muerte, el gran escritor colombiano Álvaro Mutis, antes de morir, había dejado esta sentencia: “el nacimiento es como una trampa sin salida”. La vana ilusión del orden civilizatorio esconde los más terribles miedos humanos”.
Carlos Márquez, nuestro gran actor teatral que trabajó en destacadas obras de teatro, nació el 19 de abril de 1926, en Guanoco, se retiró de las tablas el año pasado, 2013, porque como lo había expresado, “decido retirarme de las artes escénicas porque a los ochenta y siete años ya no estoy para actuar, sino para esperar la muerte en la tranquilidad del hogar”.Antepone conscientemente su decisión a la impostergable decisión de cumplir con el mutis final.
Fue un excepcional primer actor, experimentó con entusiasmo sus éxitos y con estoico paciencia los fracasos. La tozudez empresarial de quienes deciden no le concedió demostrar sus dotes y satisfacer sus anhelos de representar La vida es sueño de Calderón de la Barca y Hamlet de William Shakespeare.
Con la llegada a nuestro país de Juana Sujo el teatro venezolano se llena de esplendor, se fortifica, goza de difusión. La eximia artista se dedica a la formación de actores, entre tantos que asisten a formarse está el joven Carlos Márquez. Desde entonces este muchacho venezolano se dedica con pasión y con responsabilidad a hacer teatro. Su actuación en todo momento fue destacada. Fue alumno de Juana Sujo y también su primera esposa. Empeñoso, hizo carrera en la Escuela de Arte de la Universidad Central de Venezuela.
Su papel existencial continúa en el 2013, pero ahora en la continuidad de la vida dando a conocer el monólogo fundamentado en la biografía del autor Lo que me tocó vivir, escrito por José Gabriel Núñez. Las actuaciones se vienen desarrollando desde el 20 de septiembre en la sala de concierto de Uniarte. El monólogo se titula Inolvidable y es una hermosa recreación del monólogo de Antón Chejov El canto del cisne. Deliciosamente enriquecido con anécdotas de la vida del actor. Márquez recrea al anciano cómico Vasili Vasilievich, cuya carrera, como la de nuestro actor, finaliza tanto para el imitado como para el imitador con esta actuación. Vasili, desde el escenario observa con nostalgia y melancólica tristeza, la sala silenciosa y vacía desde donde el espectador le prodigó generosos aplausos. Márquez, como Vasili, en las actuaciones de su monólogo: inolvidable, con su carga de recuerdos como el último equipaje, recibirá el caluroso tributo por las actuaciones, mientras en sus añoranzas tejerá finamente en su apasionado sentido, los más enternecedores recuerdos. Espectadores y el actor con inolvidable cada uno de cuales asumirá su destino.
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