Todo el país y también fuera de nuestras fronteras, se estremeció con el anuncio de suspensión de las actividades periodísticas de EL IMPULSO. Y no era para menos porque se estaban interrumpiendo 110 años de servicio público, que es, en definitiva, la misión que cumplen los medios de comunicación.
La ausencia de la materia prima de la prensa escrita es el papel y aquí en Venezuela lamentablemente debemos importarlo por no haberse concluido el Proyecto Uverito que permitiría a los impresos tener una permanente fuente de abastecimiento.
El rígido control de cambio que impera en nuestro país trae como consecuencia que los diarios tengan que apelar a la voluntad del régimen para obtener dólares para pagar a las empresas los cargamentos de papel. Sin esas divisas resulta imposible mantener a tope la circulación de los diarios y las revistas provocando daños colaterales que tienen que ver con el derecho de los pueblos a ser informados y a expresarse libremente.
En Francia, por ejemplo, es un derecho constitucional prestarle toda la ayuda posible a los medios que presenten problemas de financiamiento, independientemente de la política editorial que se maneje en cada uno de ellos, un ejercicio democrático que sin duda alguna honra al pueblo galo.
En Venezuela hay muchos políticos de oficio a los cuales les molesta la crítica pública y hacen todo lo posible para erradicarla utilizando todos los métodos a su alcance, legales e ilegales, que provoquen el silencio de los medios y consecuencialmente la desaparición de la denuncia. No son demócratas precisamente los responsables del perverso ejercicio del poder.
Una de las vías para acallar las voces del conjunto de la sociedad es la de subrogarse el derecho a decidir a quiénes o a cuáles se les aprueben las licencias de importación, en este caso, del papel y de otros insumos necesarios para editar los medios.
En México, un presidente intentó chantajear a un diario, cancelándole los pedidos de papel si el propietario del medio no despedía a un director de información que era muy crítico con el régimen. Valientemente el editor se negó a esas pretensiones del oficialismo y más bien hizo la denuncia pública para evitar que el diario saliera de circulación gracias a la presión de los ciudadanos.
Que sepamos, no ha sido la primera vez que EL IMPULSO sufre las acometidas del poder. El general Juan Vicente Gómez prohibió la circulación de la edición capitalina y años después hubo otro intento de cierre en el gobierno de Marcos Pérez Giménez.
En todas esas vicisitudes el diario de los Carmona salió airoso para continuar manteniendo una línea editorial indeclinable de defensa de la libertad de expresión y de seguir siendo la voz de quienes nunca han tenido voz.