Ciudadanos pierden su histórica capacidad de cooperación colectiva

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La capital larense se destacó en los años 70 y 80 por ser una ciudad con grandes expectativas de desarrollo, luego de haber recibido importantes contingentes de población de los campos, desde Portuguesa, Yaracuy y Falcón.

Proyectos de envergadura como el inicio de la construcción del Sistema Hidráulico Yacambú – Quíbor, nuevos horizontes de desarrollo industrial, posibilidades de infraestructura urbana, se vislumbraban para Barquisimeto, que para la época contaba con la mejor oficina municipal de planificación urbana de todo el país.

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Bajo el lema “Barquisimeto capital del desarrollo” se conocía esta urbe emergente, cuya planificación y organización la mostraba con expectativas provechosas para residentes de otros estado del país, inclusive de la capital Caracas, de donde llegaron gran cantidad de pobladores luego del estallido social del Caracazo, buscando en tierra crepuscular la tranquilidad y armonía que profesaban sus habitantes y la calidad de vida que presentaba.

Sin embargo, para el sociólogo Nelson Fréitez, nuestra ciudad se convirtió en el sueño irrealizado de progreso, desarrollo y bienestar que se había planteado. Muchos de los ambiciosos proyectos quedaron inconclusos, la planificación de Barquisimeto quedó en una utopía inalcanzable hasta la fecha, creando en sus habitantes una suerte de desesperanza frente al futuro.

“Los barquisimetanos destacaron por fundar el mejor, más riguroso y productivo sistema cooperativo de América Latina, que es un ámbito muy positivo. La capacidad asociativa de los ciudadanos demuestra el mejor de los resultados en un movimiento por el cual nacieron las ferias de consumo familiar que abastecen a 35 mil familias, la red de cooperativas en salud, entre otras, demostrando tener un gran potencial organizativo en la búsqueda de soluciones a los problemas que les afectan”.

“Todo ese deterioro ha afectado al barquisimetano como grupo social. Nuestra disposición a organizarnos, enfrentar colectivamente los problemas se ha resentido, el capital social de la población se ha afectado debido a que la gente tiene cada vez más miedo, está menos dispuesta a reunirse. La inseguridad afecta la disposición a buscar soluciones colectivas, generando un grado de desesperanza, afectando la elaboración de proyectos conjuntos”.

Fréitez destacó que en la última década, la población barquisimetana se ha atrincherado, encerrados en una ciudad que perdió los espacios a causa de la inseguridad, obligándolos a encerrarse en sus hogares y centros comerciales, cuando anteriormente las plazas y parques eran los más concurridos.

“Nos hemos privatizado pues al no tener espacios públicos protegidos, de calidad, la ciudadanía se refugia en los centros comerciales, que no son lo mismo que un zoológico, que una plaza, un bulevar, para disfrutar y compartir en un espacio común. El mismo social ha ido en aumento por el riesgo e inseguridad, afectando nuestro mejor potencial que es la altísima capacidad histórica de organizarnos por un bienestar común”.

Calidad de vida en regresión

La ciudad ha sufrido en los últimos años, las expectativas de mejoras están en incertidumbre y los cambios en la forma de vivir del barquisimetano han mutado de manera radical.

Los nuevos sistemas de transporte, el crecimiento poblacional y urbano, han transformado la forma de vivir en esta urbe.

Fréitez destaca que cuando se evalúa en conjunto la calidad de vida de la población barquisimetana se encuentran déficit muy severos.

“Estamos en presencia de una regresión, las bondades que poseía la ciudad en otros tiempos no se disfrutan. Los servicios públicos han desmejorado, el transporte cada vez es menos eficiente, las personas tardan más tiempo en llegar a sus hogares a compartir en familia, hay más tráfico, más problemas urbanos y mayor inseguridad”.

Explica la necesidad de la unión, el rescate de los espacios públicos y ese compartir que les permita como barquisimetanos pensar en una ciudad común.

“Son espacios perdidos que debemos recuperar, parques, plazas, bulevares, todo ello para el disfrute de la ciudad, sus costumbres, gente y tradiciones”.

“Hemos presenciado desde los años 90 en adelante un deterioro progresivo de la infraestructura vial, productiva, zonas industriales, el sistema hidráulico paralizado, déficit importantes de servicios, áreas verdes, de recreación y encuentro, convirtiéndola en una ciudad maltratada, con muy poco uso del espacio público, un sistema de transporte precario y sin opciones que nos permitan cambiar para bien la manera en la cual está Barquisimeto”.

 

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