Madres, esposas, hermanas, hijos y demás parientes de los privados de libertad que se encuentran en la Comunidad Penitenciaria Fénix, rechazan los tratos crueles y vejaciones que presuntamente recibe a diario la población.
Una dama que prefirió mantener el anonimato por temor a represalias, señaló que el Grupo de Respuesta Inmediata de Seguridad y Custodia (Gric), conocido como “el carro negro” ha llegado al tope de la crueldad “les propinan golpizas tan salvajes que les dejan heridas graves en el rostro, cráneo y espalda, también fracturas en los huesos; costillas, piernas y brazos. Los funcionarios actúan como las propias bestias”.
La informante afirmó que los internos pasan cinco horas en el patio bajo el inclemente sol, en ese mismo lugar comen como “perros”, pues tienen prohibido, por órdenes del director Julio Pérez, dirigirse a espacios más cómodos para alimentarse. “Las historias de tortura suceden una tras otra, pero nadie se atreve a dar nombre, porque puede ser peor” aseveró.
Con respecto al tema del agua y la comida, sobran las quejas. La aparente desviación de recursos ha perjudicado a los internos, que no reciben cantidades adecuadas de provisiones.
Expresó a EL IMPULSO que todos los atropellos se cometen ante la mirada cómplice de médicos, psicólogos, socializadores y demás trabajadores.