Haber escogido Maduro la palabra sacudón, para lo que el Vicepresidente Arreaza anunciaba como un cambio de estructuras, ha sido otro de los grandes desaciertos del gobierno venezolano. En palabras del pueblo espectador fue una “carrera de caballo y parada de burro”.
El sacudón dice el diccionario castellano que es un cambio brusco y violento a una situación previamente negativa. El mandatario venezolano había hablado de su propio entorno como de burocratismo y corrupción. Incluso en la alocución le dijo a uno de los ministros nombrados que en su área había mucha corrupción. Y los abogados decimos “a confesión de parte, relevo de pruebas”. Un gobierno que se autocalifica de corrupto y burócrata, no merece estar en el poder.
La mejor definición de lo ocurrido en ese auditorio palaciego, donde el mandatario repartía los nuevos cambures, la dio el Alcalde Metropolitano de Caracas Antonio Ledezma, uno de los mejores políticos que tiene la oposición, al decir que lo ocurrido no es más que un reciclaje. En efecto, lo que hubo fue un traspaso de funciones de la misma gente. Y cada reciclado tiene detrás un currículo de errores.
Tal es el caso de Jaua y Ramírez. El primero es una especie de comisario que sirve para todo. Después de quebrar la agricultura del país, pasó a manejar la política exterior e internacional del país, donde ha dejado al Estado venezolano con una imagen poco seria, pues después de estrecharse las manos con el Canciller norteamericano en menos de setenta y dos horas insultó a los Estados Unidos y del caso de la Embajadora asesinada en Kenia no dijo después ni una sola palabra. Aceptar salir de Ministro de Relaciones Exteriores a corre caminos es no tener pudor.
La salida de Rafael Ramírez de Ministro de Energía y Presidente de PDVSA, es el reconocimiento del desastre de la industria petrolera, que vende refinerías, compra gasolina en el exterior y este titular ha fracasado en todos los controles de cambio que ha ideado desde hace tiempo. Nombrarlo ahora Canciller es un premio no a las habilidades para el cargo, sino a la lealtad a una causa altamente desprestigiada.
Pero lo más grave de este sacudón de Maduro es haberle entregado la economía del país a un general retirado y dirigirse al pueblo como si Venezuela fuera en este momento un país de alto crecimiento económico. Decirnos a los venezolanos en cadena de radio y televisión que el turismo hacia y dentro de Venezuela es algo admirable, es burlarse de la credibilidad del pueblo. Sobre todo cuando sabemos que las líneas aéreas internacionales han reducido sus vuelos hacia el país porque el gobierno no les paga y porque la inseguridad que se vive se mide en el número semanal de asesinatos y los apuros de los hoteles por falta de agua y electricidad. Pero como decía Moliére “el que se burla de los demás, se encuentra luego con que los demás e burlan de él”.
Las huellas del tiempo – El sacudón
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