Este es el tercer comentario sobre el excelente libro publicado por el licenciado Juan Alonso Molina con el generoso auspicio editorial del Dr. Joseph Sabbagh quien en gesto escasamente frecuente en esta ciudad de mis tormentos, adquirió una de las viviendas post-coloniales de la Plaza Lara, la hizo restaurar y en ella instaló su bufete.
Debió publicarse la semana pasada pero la partida de un gran larense, Juan José Salazar ocupó el espacio con mi dolor hondo, amargo por ya no tenerlo entre nosotros.
Pero volviendo al libro de Juan Alonso Molina, uno de esos cuya lectura motiva, enseña y nos hace reflexionar sobre el pasado de esta ciudad encontrando bases firmes para creer en la posibilidad cierta de salir del romántico fangal historiográfico en que una generación de aficionados a la historia, hundió el pasado barquisimetano.
Este libro de Juan Alonso Molina es, además de un bien concebido trabajo histórico, un modelo posible de investigación documental, transmitida, y ello es otro excelente logro, en una prosa rigurosa, documentada pero no por eso, menos amena, perfectamente digerible para los metodólogos más exigentes como para el lector común lo que es una cualidad literaria poca veces lograda.
En los comentarios anteriores dijimos que hubo por lo menos tres aspectos que llamaron nuestra atención encima de que dos de ellos confirmaron supuestos, bastante verosímiles pero que no contaban con sustentación documental.
El tercer aspecto fue más bien una sorpresa historiográfica que ya no debería caber en mí, luego de venir ocupándome durante varios años de investigar y poner al descubierto decenas de supuestas tradiciones históricas que al final resultan ser simples patrañas que, desafortunadamente, reciben mucha aceptación de aficionados y sus profesionales de la historia local, como nadie podría imaginarse. Cito a Molina, p. 33 de su obra:
José Antonio Barrios, abuelo de los Silveira, “Provenía del antiguo pueblo de indios de Santa Rosa del Cerrito, muy probablemente él mismo descendiente de los indígenas gayones que en su mayoría constituyeron el núcleo inicial de este poblado. De hecho, al adquirir la casa en cuestión por 4000 pesos, da en parte de pago, una casa ‘de pajareque y un solar propio’ ubicada en la calle ‘del Libertador’ hoy carrera 15, la cual había sido comprada apenas dos años atrás. Asimismo, el 12 de octubre de 1857, aparece registrando la cancelación de una deuda contraída con él por un préstamo personal de 500 $ a favor de un vecino de la ciudad…”
Corre por la ciudad la leyenda de que los Silveira Barrios estaban emparentados con uno de los dos primeros alcaldes de Nueva Segovia, el capitán Damián del Barrio, de nobilísima estirpe española y hasta oí decir que existía un árbol genealógico que así lo comprobaba, pero ahora no parece que eso sea verdad.
Termino felicitando al licenciado Juan Alonso Molina por su ejemplar trabajo de investigación estampado en este libro y al Dr. Sabbagh por salvar este patrimonio de la ciudad y por editar el libro que contiene su historia verdadera.
Caminito que un día La verdadera casa de las Silveira en un libro (y 3)
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