Ni el “gobierno” discute ya que en Venezuela existe desabastecimento, y aunque la invocación de esta palabreja “le saque la piedra”, hay que ir más lejos, y decir que el desabastecimiento no sólo afecta al área de los alimentos, sino también a otras, incluida la de los cosméticos, lo que se traduce en la ausencia de productos para el embellecimiento personal. Ahora, echándole cabeza a esto, uno llega a la conclusión de que, por razones desconocidas, la distribución de productos cosmetológicos está llegando hasta Miraflores, y si no me equivoco, debe haber allí un espacio contiguo a la Sala Situacional, en el que, cremas, bases, pinceles, delineadores y demás elementos de esta naturaleza, están almacenados para garantizar el consumo interno en el palacio. Sólo así se entendería cómo hace esta revolución enclenque para, de manera constante, maquillarse a sí misma, y maquillar la realidad del país, poniendo de bulto que estamos gobernados, no por buenos gerentes, sino por malos maquilladores.
Una muestra de lo que aquí afirmamos es la forma como el gobierno ha tratado el desmadre económico que nos azota, maquillándolo de “guerra económica”, tratando de endosar la responsabilidad por este demoníaco fenómeno a las fuerzas democráticas, y no a la intemperancia y desaciertos suyos, al empeñarse en seguir, como buey nariceado, los desquiciados dictámenes de Fidel Castro, el barbudo murciélago caribeño. Pero baste con analizar los hechos, y compararlos, por ejemplo, con la tardanza del BCV en publicar las cifras sobre los índices inflacionarios, para percatarse del engaño y constatar la influencia que tiene la Sala de Maquillaje Gubernamental de Miraflores. Más aún, me parece que el maquillamiento de la realidad del país es una política de Estado, y estoy convencido de que en los congresos ideológicos del PSUV, a la calladita, se le entrega a los voceros de esa sociedad de cómplices no ese adefesio que mientan “Plan de la Patria”, sino una cajita feliz, llena de bases, brochas, pinceles, espejos, polvos y delineadores, junto con el libro “ABC del Buen Maquillador”, con la finalidad de que los camaradas intenten transformar en “revolución bonita”, la fea realidad que el 80%de la población acusa estar padeciendo.
Por cierto, una de las últimas actuaciones de la maquilladora oficialista puede encontrarse en el sacudón anunciado por el muy “proletario” ocupante de Miraflores. Mientras el país, afectado por la pésima prestación del servicio eléctrico, permaneció electrizado, a la espera de cambios que estuvieran a la altura de las circunstancias, el esperado “sacudón” se volvió puro buchipluma. Sólo maquillaje barato. Algunas caras nuevas y la acostumbrada migración de unos ministros incapaces, hacia otros cargos en los que seguirán siendo incapaces. ¡La incapacidad como política de Estado, pues! Jaua pacá-Ramírez pallá. Palla y paca… Paca y palla y así. Cambiar para que todo quede como está.
Ya lo decía el entrañable Ludovico Silva, en su Anti-Manual, tomando palabras de un poeta: “Lo importante no es cambiar, sino cambiar la manera de cambiar”. Pero estos revolucionarios de papelillo prefieren el maquillaje…
Sin tregua – ¿Sacudón o maquillaje?
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