Hace algunos años, antes que se iniciara este proceso político, los niños venezolanos disfrutábamos de los mejores espectáculos que salían de gira por el continente, pero la historia reciente del show bussines infantil en Venezuela se ha circunscrito a circos y más circos.
Tan importante ha sido el circo para la revolución, que hasta una escuela para la formación circense hay, aunque supongo que la afición por la pista, la tramoya, en fin, por el espectáculo le venía al Mumm-Ra del proceso (personaje cruel, momificado e inmortal de una serie animada que vi en mi infancia) por otro lado.
Y es que durante el Imperio Romano se organizaban grandes espectáculos, en el que la diversión y la distribución de alimentos gratuitos se convirtieron en las dos grandes herramientas de control social de la época y que, 2 milenios después, la sigue usando esta revolución como política de Estado.
Panem et circenses
Desde que el Socialismo del Siglo XXI se instaló en el poder ha empleado la estrategia del circo en muchas ocasiones, es más vivimos en un constante espectáculo que, para mantener tranquila a la población y ocultar los hechos controversiales, provee a las masas de alimentos malos y entretenimientos de baja calidad.
Pero ahora que el gobierno maduró (no por apellido alguno, sino porque hasta el vals bailó), la comida si no se pudre, no se encuentra; si desaparece aparece más cara o la tienen los buhoneros; si no se produce, se importa y si se produce no alcanza o la contrabandean, en fin una tramoya tras otra para definir lo que solo tiene un nombre escasea. Y frente a la carestía nada más eficaz que controlar su distribución.
Pero lo grave de todo esto además de que no se encuentran los productos de la cesta básica o se adquieren a precios exorbitantes a pesar de los controles de precios, es que entre tanto circo ya la gente no sabe cómo llamar a las cosas por su nombre.
Llámelo por su nombre
El lingüista político norteamericano George Lakoff dice que en política hay que crear marcos referenciales para que la sociedad compre un sistema político y en eso han sido unos artistas los asesores del régimen. De ahí que el desabastecimiento por incapacidad del Estado se convirtió en guerra económica y la falta de productos es exceso de consumo.
La última estrategia ha sido para desvirtuar que las tarjetas de racionamiento al estilo cubano, que en el siglo XXI es electrónica, no es de racionamiento sino de abastecimiento y que no se trata de las mismas odiadas captahuellas electorales sino de un sistema biométrico para hacer las compras, cuando en realidad de lo que hablan es de racionamiento.
Pero así como el gobierno implementa sus marcos lingüísticos la oposición y la sociedad en general debiera tener sus propios referentes para hacer política y no repetir como loros la jerga gobiernera.
Nos encontramos frente a un régimen chambón que lo único que le interesa es mantener sumisa a la sociedad mediante controles y colas. Antes vigilaban cuanto podíamos gastar en nuestros viajes y a que destinos ir, ahora le tocó el turno a lo que debemos consumir.
A este gobierno solo le importa dosificar cuanto pan le dan al pueblo, mientras sus acróbatas, malabaristas, contorsionistas y payasos (que les sobran), montan el espectáculo para doblegar la voluntad de los ciudadanos; no se trata de sistemas biométricos, ni de tarjetas electrónicas o chips de consumo, esto en lenguaje llano es racionamiento y racionamiento es racionamiento.
Llueve… pero escampa
@yilales