Dentro de los matices que componen la realidad venezolana, y de las variables que afectan la cotidianidad del ciudadano común, existen algunos aspectos que modifican la conducta de quienes resultan afectados, o de aquellos que creen que serán afectados en el futuro.
La inseguridad, los temas económicos como la inflación, la escasez y la reducción del poder adquisitivo, además de la coyuntura política, todos estos condicionantes moldean la conducta del ciudadano común, que debe adaptarse a ellas en el proceso de supervivencia. Nelson Fréitez, sociólogo y catedrático de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, explicó que producto de la realidad a la cual está sometido el venezolano, su conducta ha sido modificada a tal punto en el que considera que «ha extremado las medidas auto defensivas». Fréitez explicó que la inseguridad ha recrudecido en los últimos años y, aún más, después del asesinato de la actriz Mónica Spear, a principios del 2014, «en Venezuela la violencia está desbordada».
En este sentido, el sociólogo indicó que el ciudadano busca las formas que le permitan protegerse, implementando dispositivos eléctricos como los cercos instalados en las viviendas, además de alarmas en las residencias y otros instrumentos que le permitan cuidar su integridad y la de los suyos. Para el especialista en la conducta social, el ciudadano no sólo se vale de artefactos para buscar una mayor seguridad: además, ha modificado su comportamiento para no exponerse a situaciones de riesgo. «Las personas no salen de noche a la calle, los negocios cierran temprano, y aquellos que se desplazan en transporte público no portan cosas de valor».
Fréitez considera que la sociedad venezolana se ha vuelto «defensiva». La la conducta de cada individuo es anómala, y “raya” en la paranoia ante un posible ataque por parte de quienes emprenden actos de violencia. «Hay un alerta permanente». Según el especialista, la psiquis humana está extremada, y una consecuencia es el estrés crónico de algunos individuos, lo cual desencadena formas de violencia mayores.
Ante esta realidad, el sociólogo hizo referencia a algunos estudios del Observatorio Venezolano de la Violencia, el cual ha registrado aumento en los asesinatos ocurridos con “motivos fútiles” (de poca importancia y sin un conflicto previo), pero donde existe una saña del atacante en contra la víctima.»Hemos visto a personas que descuartizan a familiares o conocidos…, es un deterioro agudo de la sociedad».
Sobre las causas de la violencia señala que a pesar de los anuncios hechos por el Gobierno nacional sobre los alcances de los programas sociales en beneficio de los más necesitados, la violencia sigue incrementándose, situación que representa una contradicción si se toman como ejemplos otros países, «o el Gobierno no es transparente con los números o existe otra variable». Fréitez señala que hay una ingobernabilidad del país, a partir de la ausencia de instituciones del Estado. La administración de justicia ha derivado en un sentimiento de incertidumbre, frustración y más problemas.
En psicología social, el término «chivo expiatorio» se emplea para atribuirle las culpas de una situación a un grupo minoritario de la población; sin embargo, para el sociólogo, la actual situación de violencia del país no es el resultado de una lucha de clases entre dominantes y dominados, sino que el ciudadano común «empieza a localizar al responsable de la situación en el Gobierno nacional. En el pasado, el aparato comunicativo y los subsidios a la población atenuaban esa responsabilidad, pero ahora los ciudadanos responsabilizan al Estado».
Según las declaraciones del sociólogo, sondeos de opinión señalan que la población venezolana siente un grado de preocupación extremo, de desesperanza, de expectativa negativa con los problemas del presente y su solución a corto plazo, «las expectativas son negativas y se percibe que los problemas se agudizarán». Para Fréitez, la desesperanza ha derivado en una agresividad registrada en el comportamiento del venezolano y se refleja en casos como las relaciones interpersonales, el tránsito. «Hay un grado de tensión que vive la población».
Existe una necesidad de la acción colectiva, producto del agobio de la población. Esta inacción colectiva propicia una calma espesa. «No estamos al borde de un estallido social, pero se exige un cambio de acción colectiva» que, a su juicio, no ha sido conducida por grupos políticos que se oponen al Gobierno nacional.
En todo caso, el analista social explica que los partidos políticos que componen la Mesa de la Unidad Democrática, necesitan hacer suya esa acción colectiva a través de acciones de calle, de protestas pacíficas.
Ante la falta de un proceso electoral durante el 2014, que permita canalizar el posible malestar de las personas con las políticas del Gobierno nacional y de la situación actual, Fréitez considera que la movilización social es una necesidad que puede dar “buenos resultados”.