Quienes no tienen vehículo propio están sometidos al sacrificio de sufrir en la calle toda la odisea del transporte público de pasajeros.
Desde ir parados y agarrados de los tubos de las busetas para no caerse, hasta soportar pisadas de otros usuarios, es el calvario diario de estudiantes, trabajadores y amas de casa que abordan estas unidades en la ciudad.
Un día de lluvia significa una tragedia para los pasajeros, ya que muchas paradas de Barquisimeto no poseen techo y mientras esperan el transporte terminan montándose empapados.
Otras estructuras de este tipo sí cuentan con techo, pero no lo suficientemente anchos para abarcar a las personas y protegerlas del agua, por lo que de igual manera suben a las busetas salpicadas de lluvia.
Ya en las busetas, bien sea sentados o de pie, los usuarios de este servicio público aún no sienten seguridad ni comodidad.
Los charleros vienen a perturbarles el momento.
Estas personas, sin pedirle permiso al conductor ni pagar el respectivo pasaje, suben a las unidades y les advierten a los pasajeros que son exreclusos de Uribana, con lo cual pretenden conminarlos para que les entreguen dinero.
Por supuesto que los charleros son más cada día porque ni la Policía de Lara ni la Policía Municipal están pendientes de evitar que estos sigan proliferando y operando en la capital larense.
Al decir de los pasajeros, a los funcionarios les estaría resultando mejor aplicar la “extorsión” a conductores de vehículos y motos para obtener dinero, bajo una práctica ilegal, en lugar de cumplir con la responsabilidad de garantizar la seguridad ciudadana fundamentada en la Constitución y en la ley.
A este drama, que afecta el normal desenvolvimiento del transporte, se suman los atracos a mano armada por parte de sujetos que suben a las busetas y despojan de sus pertenencias a los pasajeros, en muchos de los casos asesinan al chofer y se roban la unidad.
Marcos Landaeta, usuario, indicó que todas las noches luego de salir de su lugar de trabajo debe esperar un vehículo del transporte en la improvisada parada de la avenida Vargas para dirigirse hasta su casa, en la urbanización La Carucieña.
Agregó que se monta con “los nervios de punta” porque muchas veces van sujetos supuestamente armados, pero “gracias a Dios” no es para atracar el transporte y se bajan a mitad de camino”.
Sonia Carrasco indicó que no tener carro significa aguantarse toda una tragedia en una buseta, aunque es optimista de que puede mejorar para bien de todos.