Si fuese posible descifrar el código genético de la “revolución”, la palabra “control” sería sin duda un elemento fundamental de su composición y quintaesencia. En su infinita sabiduría, sólo la “revolución” está capacitada para determinar el gusto, deseo, anhelo y necesidad de cada venezolano. En su extravío pseudo-ideológico y en los ecos de la retórica del líder ausente, está la orden de sustituir esas costumbres burguesas por otras acordes a la lógica “socialista” y del hombre nuevo. Deja de estar pensando en poseer bienes materiales, a todas luces excéntricos y suntuarios como una casa, un carro, un televisor, un teléfono móvil, ropa de calidad, ni de estar viajando o de estar comiendo “en exceso”. Si tienes un negocio, o una empresa, tienes que producir a pérdida, no te quejes, acéptalo y ya, es esa la premisa económica fundamental del gobierno.
Todos somos sospechosos de anhelos democráticos, liberales e individuales. Todos somos criminales por querer algo distinto a esta debacle que está demoliendo las bases económicas, políticas y morales de la nación. Todos somos culpables de procurar nuestro bienestar, superación y de querer decidir. Decidir, capacidad que también, sin darnos cuenta, nos está quitando este gobierno militar con careta civil.
La historia económica del mundo ha demostrado la ineficiencia y fracaso de los esquemas de control de precios y regulación de la actividad productiva, como supuestos de la planificación centralizada, y de la escasez e inflación como efectos que su prolongada vigencia generan.
El gobierno nacional anuncia la instalación de un sistema de identificación biométrico para la compra de alimentos y medicinas. Dicen que quieren combatir el contrabando y el “bachaqueo”. Maduro ataca el efecto, y no la causa, cual es, la imposibilidad de desarrollar cualquier actividad sin acceso a divisas, cuya gestión es monopolio oficial, y ante un marco legal que cerca, restringe, vigila y criminaliza en la práctica a los actores económicos privados, ante precios, costos y ganancias que no responden a la realidad de la lógica cotidiana, sino a “decretos” y prohibiciones administrativas del gobierno.
La ignorancia sobre el manejo de la economía, nos ha traído a esta realidad distorsionada donde nadie consigue ni alimentos básicos, ni medicinas, ni repuestos, ni pasajes aéreos, ni anestesia o material médico-quirúrgico. Para la Defensora del Pueblo declarar emergencia humanitaria en salud es una “exageración”.
Pasaremos una Navidad hermosa, única, con captahuellas para comprar lo que vaya quedando, para limpiar telarañas en estantes vacíos, porque la escasez ya la vivimos hoy. Todo estará bien. La corrupción seguirá teniendo manos, pero sabemos que para este gobierno no deja huellas. No importa si no hay nada en ningún lado. Restriéguese bien los ojos. Para el gobierno, el abastecimiento será una “tendencia irreversible”.
Ponga allí su dedo, calladito(a), y disfrute su racionamiento. Forme parte del nuevo artilugio “socialista”: La estupidez biométrica.
@alexeiguerra