Crisis golpea la industria del espectáculo

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Cantantes, músicos y muchos otros profesionales cuyos nombres son desconocidos por estar detrás de los escenarios, sufren las consecuencias de la crisis económica, política y social por la que atraviesa el país y que afecta, sin duda, la industria del espectáculo.

La época de los grandes conciertos, festivales y ferias ha quedado atrás. Durante el 2014, pocos son los shows que se han realizado en Venezuela; todos ellos después de la segunda quincena de junio. Antes era impensable en medio de las protestas iniciadas en febrero.

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De todos los artistas internacionales anunciados para este año, son contados los que han logrado pisar suelo venezolano hasta ahora, mientras que el resto espera reprogramar las fechas, ante un mejor ambiente que no sólo les garantice seguridad, sino también la presencia masiva de sus seguidores.

Mientras unos productores de espectáculos hacen hasta lo imposible por organizar un show y cumplir con todos los permisos que exigen las municipalidades donde se presentan, otros que apuestan al talento internacional se enfrentan a la necesidad de pagar en moneda internacional sin la posibilidad de recibir dólares preferenciales.

Por su parte, las bandas venezolanas intentan mercadearse a través de promoción en los medios de comunicación, para mantenerse en contacto con el público, mientras esperan que se reactiven los conciertos en el país.

Realidad tras bastidores

Un ingeniero de sonido en Venezuela gana, en promedio, 5 mil bolívares por show, lo que a moneda extranjera se traduce en menos de 100 dólares tomando en cuenta que no hay libre acceso a cambio oficial y deben calcularlo al paralelo. Mientras, un profesional de esta área en el extranjero, recibe al menos 600 dólares por evento.

Antes hacían dos o tres shows a la semana. Ahora, con suerte, el mismo número al mes. Esto sin tomar en cuenta que los audífonos profesionales, testers, interfaces y todas las herramientas de trabajo necesarias para hacerle monitores a un artista en el escenario, deben ser compradas fuera del país, en dólares.

De tal forma que les ha tocado reinventarse. Ahora un ingeniero de sonido no sólo hace shows, sino que también dicta cursos y diseña sistemas de audio para diferentes espacios, entre otras alternativas.

Ellos son apenas un eslabón en la cadena de trabajadores que suman esfuerzos en la industria del espectáculo, que este tercer trimestre del 2014 no ha reactivado sus actividades habituales, en comparación con años anteriores.

Técnicos de tarima, roadies, managers, periodistas y hasta equipos de seguridad, también sufren las consecuencias.

La máquina está parada

Una de las jóvenes agrupaciones venezolanas que desde su formación en el 2004 han tenido presencia continua en los escenarios es Viniloversus, que en el 2012 fue reconocida con un Grammy Latino.

El último show de la banda fue en diciembre del pasado 2013. Desde entonces la agenda de Viniloversus ha estado en blanco.

La opción de sus integrantes, sin duda, ha sido reinventarse. Durante este año Juan Víctor ha estado produciendo música para bandas nuevas, mientras que Rodrigo trabaja en un proyecto en solitario, Mangan se ha involucrado en un proyecto familiar relacionado con las artes plásticas y, más recientemente, Adrián ingresó a una agencia de medios digitales.

“Te puedo contar que desde mis primeros años en la universidad, mi único trabajo había sido Viniloversus. Es entonces, mi primera vez en una oficina”, contó Adrián Salas, el músico y comunicador social egresado de la Universidad Monteávila en el año 2010.

El bajista de Viniloversus recordó que en el año 2012 tenían entre cinco y ocho toques al mes, mientras que en el 2013 bajaron a hacer de tres a seis shows mensuales.

Sin embargo, este año no han subido a los escenarios, que son la mayor fuente de ingreso de los cantantes y agrupaciones, en un mundo globalizado donde la piratería y descargas digitales gratuitas han acabado con la venta de discos.

Entre las estrategias para seguir mercadeando la banda, está el lanzamiento del videoclip de Bipolar visceral, que esperan mostrar al público en el mes de septiembre, mientras se “surfean la ola” para ver adónde los termina de llevar este 2014.

Si bien desde hace varios años Viniloversus se había planteado la posibilidad de emigrar, aseguran no tener planes concretos ni inmediatos para salir del país. Contrario a ellos, muchos otros artistas y agrupaciones han visto los escenarios internacionales como una opción para poder generar ingresos.

Aunque al presentarse en otras latitudes lo hacen en aforos más pequeños, el pago es en dólares y eso les permite regresar al país con ingresos que se equiparan con los de un show nacional, siempre y cuando la conversión sea al cambio paralelo.

Productoras sortean obstáculos

Montar un festival o concierto también se ha vuelto un trabajo duro para las compañías productoras de espectáculos.

Este año, las presentaciones pospuestas han sido frecuentes por diversos factores; más allá de lo que el público pueda catalogar como irresponsabilidad, la realidad es que los empresarios hacen un esfuerzo que podría catalograrse como titánico.

Un caso puntual es la gira Franco De Vita vuelve en primera fila que ha cambiado de fecha en dos oportunidades; las presentaciones de marzo debieron rodarse por las protestas que iniciaron en el país el pasado 12 de febrero y luego se esperaban los conciertos para el pasado mes de julio.

Pero otro factor derivado de la crisis por la que atraviesa Venezuela, se sumó a las dificultades que sorteaba la empresa productora. Fue así como Solid Show emitió un comunicado explicando que la imposibilidad de obtener boletos internacionales, impedía traerse a Franco De Vita junto a sus músicos y equipo técnico, por lo que esperaban que normalizaran las frecuencias aéreas.

Otro de los eventos por los que el público ha tenido que esperar es La música de todos, de Rock and Mau, un ambicioso proyecto que reúne a los mejores intérpretes y ejecutantes de la escena musical venezolana.

El periplo que inicialmente visitaría seis ciudades del país, apenas alcanzó a pasar por San Cristóbal y Mérida. En medio del viaje, productores y artistas se vieron en la necesidad de ser honestos con ellos y con el público, puesto que en Maracaibo, Barquisimeto, Valencia y Caracas, no se habían vendido suficientes entradas para, al menos, cubrir los costos.

Y es que la gira debía costear traslados, hotelería, viáticos y demás gastos de al menos 40 personas, entre artistas, equipo técnico y de producción, logística y prensa, incluyendo allí a ocho de los mejores cantantes de pop rock en Venezuela, y 12 de los principales músicos del país.

Afectados entonces por la debacle económica que no permitió al público adquirir los boletos, esperan contar con mejor suerte este último trimestre del año y así cumplir con los conciertos pospuestos que no sólo complacen a los fanáticos, sino que además generan ingresos a todos los involucrados.

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