Los coloridos pasillos de la Aldea Artesanal de Tintorero mostraban ayer dos realidades contrastantes del país: una Venezuela pujante y creativa, pero severamente afectada por la crisis económica.
El último día de exhibición en la Feria Internacional de Tintorero, no mostró mayor variación en relación a las jornadas anteriores, signadas por la poca afluencia de visitantes dispuestos a dejar parte de sus ingresos en la mayor exposición comercial del municipio Jiménez.
Desde tempranas horas del domingo, los artesanos extendieron sus creaciones en los stand asignados desde el pasado 16 de junio, cuando empezó la feria.
El recorrido dejaba ver comercios cargados de mercancía pero carentes de compradores.
La señora Nurian Carucí ofrece piezas utilitarias en gres y artículos de madera en Tintorero, desde hace diez años. Sin embargo, admitió que este 2014 ha sido nulo en ventas, en comparación con años anteriores.
Su espacio comercial ofrece artículos de 100 bolívares en adelante. En ese mismo lugar, un visitante lamentó que la grave situación económica del país no les permita darse pequeños gustos y deban limitarse a gastos básicos para alimentos y artículos de primera necesidad.
Mientras el público se acercaba a ver hamacas, piezas en hierro forjado, bisutería, creaciones textiles y artículos hechos en cuero, las manos de los artesanos se encontraban vacías.
De los cientos de creadores que viajaron desde diferentes estados del país, Jhon González era uno de los que, después de una semana, no había podido recuperar la inversión.
“Traje piezas en madera y otras hechas con peca de moriche; todas hechas a mano (…) es la primera vez que vengo a la Feria de Tintorero y vendimos apenas el 35% de la mercancía”, dijo González, quien sumó un punto a favor a la exposición comercial: la organización. “Los jóvenes de protocolo se han portado muy bien con nosotros y han sido responsables”, dijo.
Por otra parte, en la casona donde el público acostumbraba a visitar artesanos de otros países, sólo habían creaciones venezolanas. Vale acotar, de altísima calidad.
Una de estas propuestas nacionales fue la de María de los Ángeles Flames, una merideña que trajo su fina orfebrería hecha a mano, para conquistar el gusto femenino.
“La feria ha estado organizada, tiene su propia magia. Es mi segundo año como expositora y seguiré viniendo por todos los años, por encima de los inconvenientes, porque los venezolanos estamos para crecer y ser navegantes en tormenta”, dijo esta creadora que, pese a la realidad, apuesta a mostrar una Venezuela productiva.
Lo indudable es la experiencia nutritiva que han vivido cada uno de los expositores, quienes se vincularon entre sí para ver sus creaciones. “Eso ya es ganancia”, dijo una optimista vendedora cuyas ganancias en una semana de bazar artesanal, no superaron los 15 mil bolívares.
