Venezolanos son “esclavos” de las colas

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La escasez alteró la rutina diaria de los venezolanos. Las familias ocupan su tiempo libre en colas que demoran hasta 12 horas en las afueras de Mercal o Pdval. Cuando se trata de un mercado común, necesitan hasta seis horas.

“Es algo inaudito. Jamás pensé que seríamos esclavos de las colas. Ahora sí me atrevo a comparar a Venezuela con Cuba”, comentó una señora mayor que recorre todas las semanas abastos y farmacias, en busca de artículos básicos.

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Pero el factor tiempo no lo es todo, coinciden los usuarios. El encarecimiento de los productos es otro punto en contra. Familias humildes sacrificaron las pocas salidas mensuales a cambio del pan de cada día.

La ama de casa Arelis Palma asegura que necesita mínimo 4.000 bolívares para cubrir un mercado “modesto”, por lo general no compra carnes. “Hasta en Pdval aumentaron los precios”, indica.

Señala que en la red de abastos del Estado venden el litro de aceite a Bs. 55, a diferencia de los Bs. 18 de Cecosesola.
“¿Dónde está el socialismo?”, se pregunta la madre. Ella amanece cada ocho días en las afueras de Pdval y no deja de asombrarse por el “incremento sostenido” de los artículos que presentan menor costo, incluso en grandes cadenas privadas de supermercados en el país.

Sostiene que desde hace 30 años va de compras a Cecosesola y nunca divisó largas filas como las de ahora.
El personal de la cooperativa con precios solidarios indica que gente foránea, de Yaritagua, Sarare y caseríos, llega desde las cinco de la tarde del día anterior, con tal de asegurar un lugar en la cola.

Seguirá el desabastecimiento

Los barquisimetanos se oponen al sistema biométrico que podría colocarse en todos los abastos del país antes de diciembre.

Consideran que la medida no reducirá los índices de escasez y menos el bachaqueo, que no es exclusivo de las fronteras.

“Limitar aún más las compras no resuelve nada, quizás pudiera llegar a más gente, pero no servirá de nada. Ahora el problema es la poca producción y los buhoneros”, asegura un grupo de usuarios.

Denuncian que los comerciantes informales ofrecen un kilo de leche en Bs. 250 y más.

También duplican el costo de los pañales o las toallitas húmedas.

Actualmente, los bachaqueros ocupan 10 puestos o más en filas donde ofrecen artículos básicos. Los propietarios de abastos no les llaman la atención “por temor a represalias”.

 

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