(Cap. IV)
Bajo el techo de este mundo a través de los siglos nada ha cambiado respecto a la actitud codiciosa y explotadora del ser humano, hacia los de su misma especie.
El feudalismo hizo su entrada después de las prolongadas y costosas guerras civiles que debilitaron poderío y capacidad económica de las monarquías. Para solucionar sus problemas decidieron frenar el intercambio comercial y poner límite a la producción, decisión que provocó escasez, carestía y la sublevación de los súbditos que a la vez se vieron obligados a buscar amparo en los adinerados que ofrecían cobijo y comida a cambio de renunciar a la libertad individual y entregarla a quien sería su amo y señor. Fueron los primeros pasos dados hacia la esclavitud, eje de la sociedad feudal. Es la manera utilizada por los actuales dictadores que sacan provecho de las necesidades y hambre de los pueblos para someterlos.
Se fueron yendo uno a uno los siglos, pasaron muchas cosas durante este tiempo. El mundo ha tenido todo para ser feliz. Sabe que derrota no es posible donde la fe brilla, sabe lo que es el dinamismo económico, el arte, la ciencia, la familia. Se propagan las ideas del humanismo que llevó a cambiar la concepción del hombre y del universo, aprendió a cambiar la mentalidad rígida y dogmática, por lo lógico, lo razonable, lo humano. Llegaron con su luz matemáticos, científicos, filósofos y escritores. “El Quijote” inmortalizó a Cervantes y viceversa, “Cien años de Soledad” a García Márquez, “Yo tengo un sueño” a Martín Luther King, “la Divina Comedia” a Dante, Goethe aún nos embelesa con su obra magistral “Fausto”. Llegaron las guerras con sus volúmenes de muertos, de destrozos, llegó la peste, un hombre despiadado construyó los campos de exterminio. Surgió Bolívar iluminando y liberando los horizontes oprimidos, Miranda clavó con emoción el tricolor nacional en la vela de Coro, Lincoln liberó los esclavos, Mandela se convirtió en símbolo de la lucha contra el Apartheid, el biólogo suizo Friedrich Miescher descubrió la molécula del ADN, Marie Curie (Nobel de Física 1903 y de Química 1910) descubrió los rayos X, nació Gandhi el hombre de la protesta pacífica y Rita Levi la neuróloga premio Nobel de medicina 1986. Surgieron los sabios, el aporte de Humboldt y Darwin mejoraron el concepto del mundo y del origen de las especies y su evolución. Llegó Einstein con su ley de la Relatividad, también Descartes, Galileo, Kant, Neper, Newton el cerebro del cálculo infinitesimal, el hombre llegó a la luna, llegaron los fenómenos del arte y de la música: Mozart, Beethoven, Rubens, Miguel Ángel, Salas, Reverón, Shakespeare, Unamuno, Whitman etc.
La epopeya hundió sus raíces hasta lo recóndito del alma de los pueblos, guarda celosa los misterios étnicos y genealógicos, destierros y sangrientos conflictos de razas y gentes, de la expresión censurada, de la fe y los tabúes, símbolos que no se borrarán. Quedaremos siempre a la espera de que la idea y la verdad brillen por siempre donde la lumbre humea. La esencia del tiempo pasado como del presente guarda la historia y la mente de los que anhelan para la humanidad un cambio definitivo hacia la paz, la libertad y derecho al progreso.
La rebelión de las masas surgida a causa del abuso de las tiranías logró derribar el fortín de la Bastilla, el muro de Berlín, el muro del silencio que rodea los genocidios, se derriban los muros del miedo a la represión de las tiranías…
Continúa…
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