Antes de hablar o escribir debemos pensar primero como ha sido nuestra participación y si tenemos autoridad para exigir enérgicamente nuestros derechos, si hemos estado en permanente vigilia cuidando lo que nos pertenece, en este caso a nuestro país, para caer en aquello que dice: “Todos somos culpables unos por acción y otros por omisión”; lo que aquí deseo plantear es que creo que hay un solo culpable y me atrevo a no culpar al sector productivo, generador de empleos, pagador de sus impuestos al día, que trabaja hasta doce horas o mas diarias para mantener y cuidar lo que con tantas dificultades le ha costado, olvidándose que es para resarcirlo si no mas bien para ver si es posible aguantar la debacle en este nubarrón de dificultades. La vida está llena de amenazas en todos los ámbitos, siendo el mas fuerte de ellos la inseguridad. Nos hacemos preguntas pero no tenemos respuestas. ¿Será posible que la delincuencia pueda mas que los organismos de seguridad?, ¿Es posible que quienes cobran por cuidarnos vivan también amenazados?, por lo menos los de a pie que andamos trabajando no tenemos acceso a un pelotón de escoltas bien armados.
Bendito aquel que sin inmutarse puede ver pasar tranquilamente las horas, los días y los años en paz físicamente y mentalmente; todo lo contrario a la angustia en que nuestro país se ha convertido, el constante nerviosismo por culpa de la inseguridad y el irrespeto.
Les cuento lo que me tocó vivir el jueves pasado. En la noche me llamó de urgencia un familiar muy cercano, quien tenía un dolor insoportable. Vive en el barrio El Tamunangue. Sin pensarlo dos veces llamé a mi hermano Oscar, para que me acompañara a auxiliar a nuestro pariente. Empezamos el vía crucis partiendo del este al oeste por las vías principales, hicimos un recorrido de norte a sur y nos agarró la madrugada entre médicos y farmacias. En la ciudad había un silencio sepulcral, que ni a los árboles se les movía una hoja, menos un ramal, había una gran desolación, como si hubiese pasado una reciente guerra o un terremoto, de vez en cuando vimos unos motorizados dos o tres en la misma moto.
Nos preguntamos: ¿Dónde están los organismos de seguridad?, ¿dónde se meten?, ¿son invisibles o tienen miedo de salir a brindar seguridad o se sienten nerviosos para cumplir con sus responsabilidades de protección, o se hacen insensibles o están mal pagados o temen correr el mismo riesgo que corremos todos los que salimos a la calle por necesidad o emergencia, o están a merced de la delincuencia, o son la parte débil ante una delincuencia cada día mas fortalecida y temida ? A veces pensamos que hasta tendrán razón ante sus deseo de vivir y estar con su familia, pensarán que cualquier vida es mejor que la muerte.
Retomando el tema que me insto a escribir este artículo, les cuento que el peregrinaje fue de mas de tres horas. Llamamos a médicos y familiares para que nos auxiliaran en la búsqueda de los medicamentos, hasta que mi hermano llamó a un familiar que vive en Yaritagua y nos regresamos del oeste a buscar la medicina que sí la tenía el familiar. El caso es la gran preocupación de la escasez y el costo. Después de recorrer kilómetros tras kilómetros no vimos un policía mucho menos una patrulla o alguien que nos diera un poco de confianza. ¿Qué nos recomienda usted amigo lector? Ojalá ni Dios lo permita pasar por esto.
…Unidos todos por el éxito y el crecimiento de la familia ganadera (Fedenaga)…
