Ayer en las afueras de la morgue del Hospital Central Antonio María Pineda se sentía el dolor de la familia Palencia, quienes perdieron al padre de cuatro hijos y “al consentidor de sus nietos”, como lo describieron sus allegados.
Frank Palencia, de 54 años, murió aproximadamente a las 12:15 am de este miércoles, horas después que recibiera tres impactos de proyectiles en diferentes partes del cuerpo: mano derecha, abdomen y el último en el cuello con salida en la cervical que fue el que le arrebató la vida, según el reporte de los médicos.
El hecho se produjo la noche del martes en las afueras de la clínica Canabal, pues al parecer, el hombre se encontraba afuera del lugar hablando por teléfono cuando dos sujetos a bordo de una motocicleta de color rojo intentaron robarlo. Uno le pidió el celular y la cadena de oro que portaba, la víctima se resistió y forcejeó, mientras intentaba entrar al centro asistencial, momento en que le dieron los tres tiros.
“Cuando entró cayó y gritó que nos tiráramos al piso que lo venían persiguiendo. Todos nos asustamos y nos escondimos pero fue mi yerno quien le vio la sangre, pidió auxilio e inmediatamente los médicos lo atendieron y lo operaron”, informó María de Palencia, su esposa durante 35 años.
“A él lo robaron hace muchos años cuando era gerente en la Bigott; nunca puso resistencia”, narró en medio de la tristeza que la embargaba.
Comentó que en el lugar había un vigilante privado pero sin armas de fuego para su defensa, tal como lo establece la ley.
Palencia, quien tenía una pequeña empresa de transporte desde hacía tres años y se desempeñaba en vida como presidente de la asociación de tenis de mesa del Club Madeira, se encontraba en la clínica, ubicada en el este de Barquisimeto, visitando a uno de sus nietos quien estaba hospitalizado en el lugar.
“No tenemos seguridad”
María de Palencia estaba llena de impotencia, más aún porque uno de sus cuatro hijos vive en Canadá desde hace dos años “por la misma inseguridad que se vive. Él no podrá despedirlo. Me quiero ir del país porque no tenemos seguridad”.
“Mi papá era excelente hombre. Estaba para todo aquel que lo necesitara (…) no fue el primero ni será el último que muere a manos del hampa”, afirmó su hija Ana Palencia.