El zar de la economía socialista (valga la contradicción) Rafael Ramírez, admitió en una entrevista reciente que viene un aumento de los impuestos, aumento del precio de la gasolina, disminución del gasto público y una nueva devaluación. Pero aclaró que no se trata de un paquete económico porque ellos son revolucionarios. Menos mal.
Lo cierto es que las medidas están tomadas hace rato, lo que falta por definir es a los voceros y ejecutores de las mismas, de ahí el reseteo ministerial para que Maduro elija a los valientes verdugos. Mientras tanto, el transporte, la luz y todos los servicios públicos siguen en alza bajo la coletilla de “eliminación del subsidio”. La escasez y la inflación gobiernan el país sometiendo a la población hoy condenada a las colas de la vergüenza. Y esto apenas comienza.
A diferencia de las crisis económicas anteriores ocurridas en el período democrático, esta vez no se trata de la baja en el precio del petróleo, al contrario, se da en medio de la bonanza petrolera más grande de la historia y con años consecutivos de precios “exorbitantes” (término usado por el ex presidente Chávez) de nuestro crudo y principal producto de exportación. ¿Y entonces, que generó esta debacle? El despilfarro y la corrupción, aunados a la persecución sistemática de la inversión privada. Pero los culpables siguen ahí, en el poder, sin asumir responsabilidad.
Cuando uno escucha al nuevo Superintendente rojo y a los enchufados mediáticos del régimen decir que la causa de las colas es la falta de cajeros en los mercados, se da cuenta de lo mucho que falta para comenzar a solucionar el problema de fondo. Le declararon la guerra a las colas (tamaña estupidez), al igual que lo hicieron con el dólar paralelo y la escasez. Todas batallas perdidas. Se metieron a empresarios y quebraron todo, menos ellos que sí están buchones. Cabilla, cemento, aerolíneas, hoteles, leche, fincas, etc. El socialismo produce de todo, pero no se consigue nada.
Mientras tanto la tan cacareada igualdad social se desvanece ante la creación de dos nuevas clases sociales con una brecha insalvable. Los que se reparten los dólares del petróleo en complicidad con el gobierno, y la gran mayoría del pueblo que gana en bolívares y está condenado a soportar la devaluación más grande conocida de sus ingresos y ahorros. La nueva oligarquía roja o verde, según se apele a la conchupancia política o al color de la divisa. Es así como ahora ya una persona asalariada no puede comprarse un carro, ni mucho menos una casa. Eso es cosa del pasado. ¿Dónde estará Gini?
A Churchill le atribuyen una frase que en la Venezuela de hoy tiene una elocuencia contundente: “El socialismo es el camino más largo al capitalismo”. Ya nos dimos cuenta que las misiones no eran gratuitas sino fiadas, y que ahora el pueblo debe pagar caro y con intereses a cuenta de la inflación más grande del mundo. Pero lo peor es que estamos en un escenario con lo peor de los dos mundos, con un paquetazo neoliberal al estilo FMI, pero sin reactivación económica ni inversión productiva. No es que el remedio sea peor a la enfermedad, es que el récipe está mal elaborado porque combate los síntomas y no las causas del problema. Urge cambiar de doctor.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
Twitter. @chatoguedez