La pasada campaña para el Real Madrid acabó con la imagen de Cristiano Ronaldo, a pecho descubierto y con pose de culturista, exhibiendo poderosos abdominales tras marcar el gol que sentenciaba la final de la Liga de Campeones.
La conquista de «la Décima», como bautizaron en la entidad la copa que contabilizó en dobles dígitos su palmarés europeo, dio nuevo vuelo al Madrid; posiblemente un punto de inflexión en el panorama internacional. O al menos eso esperan los aficionados «merengues», quienes hace bien poco sufrían con la cabeza gacha los éxitos del máximo rival Barcelona.
Pero gracias al gol salvador de Sergio Ramos a falta de minuto y medio para la conclusión de aquel choque con el Atlético de Madrid, los blancos pudieron forzar la prórroga, ganar la final y anotarse un más que sabroso doblete con la consecución también de la Copa del Rey, precisamente en otro vibrante partido contra el Barsa.
Acostumbrado a medir cíclicamente su estado de salud mediante la cosecha de máximos títulos continentales, el Madrid luce hoy excelente aspecto ante el espejo: cuerpo de Adonis, mente despejada y sonrisa aprobadora.
El gen competitivo es su principal seña de identidad y, en el año del fallecimiento de una leyenda como el argentino Alfredo Di Stefano, el club no ha escatimado esfuerzos en robustecer aún más su descomunal plantel, fichando lo mejor del pasado Mundial de Brasil.
Florentino Pérez, el presidente productor de los originales «galácticos» de principios de siglo, volvió a tirar de chequera para cerrar las incorporaciones del campeón alemán Toni Kroos, el chispeante colombiano James Rodríguez, y el costarricense Keylor Navas, quien tendrá oportunidad de pelearle el arco a toda una institución como Iker Casillas.
El internacional español vuelve a copar portadas tras sus pobres prestaciones en la cita mundialista y su caso es de los pocos que siguen recordando el funesto paso del técnico José Mourinho por la capital española.
Si el relevo por parte de Carlo Ancelotti resultó balsámico para un plantel quemado por la histriónica personalidad del portugués, se espera que la flema del italiano, ya asentado tras un año al timón y validado por «la Décima», sirva para encauzar la nave hacia un periodo de dominio planetario.
No hay tregua entre los seguidores madridistas, empeñados en invocar «la Undécima», el triplete de liga, Copa del Rey y Champions, e incluso la perfección: lograr los seis títulos en disputa esta temporada.
El primero ya cayó, al ganar la Supercopa de Europa el pasado martes al Sevilla con doblete de Cristiano. Como el resto del equipo, el portugués ostentó gran forma y el mismo olfato goleador de siempre, mientras Kroos se erigió en el futbolista total que deseaba Ancelotti para el mediocampo.
La táctica del 4-3-3 que permite jugar juntos a Cristiano, el galés Gareth Bale y el francés Karim Benzema, autores de 63 dianas ligueras el año pasado, es la escogida por el preparador, que requería de un jugador capaz de marcar el ritmo de las transiciones para los tres velocistas de vanguardia y, al tiempo, recuperar la posición en caso de pérdida.
Las primeras evaluaciones de Kroos en ese sentido resultaron de lo más positivas, mientras se espera aún la mejor versión de James, relegado por ahora a la posición de interior zurdo. El colombiano enamoró al mundo en Brasil 2014, pero la conquista del estadio Santiago Bernabéu puede resultar más dificultosa si no se adapta rápido a las exigencias de un rol más exigido físicamente que en la selección cafetera.
El rompecabezas aún debe completarse en la pizarra y los despachos, donde sigue en suspenso la continuidad del alemán Sami Khedira y argentino Angel Di María, a quien Ancelotti espera retener. «El Fideo» ejerció de gran desatascador de partidos la pasada campaña y resultó casi tan providencial en la final europea como Ramos, líder de la defensa junto a Pepe y abanderado de la cuota española en el plantel, donde fichajes pasados como Asier Illarramendi o Isco Alarcón se antojan principales perjudicados de la nueva «galacticación».
La Supercopa española contra el Atlético de la semana entrante es el siguiente reto, con el inicio de la liga a rebufo. El tercer puesto del pasado ejercicio, cuando el Madrid fracasó en duelos directos con Barsa y Atlético, resultará a toda luz insuficiente en este para un equipo tan rebosante de músculo, confianza y hambre.