Para el politólogo e historiador Orlando Álvarez Crespo, la disyuntiva no está en cómo y de qué forma se constituye un gran movimiento en Venezuela destinado al aglutinamiento de personas con criterios diversos, en torno a la unidad democrática.
Álvarez fundamenta la tesis sobre el rechazo que ha tenido en distintos sectores del país la Mesa de la Unidad Democrática, por el solo hecho de mostrarse partidizada ante la opinión pública y electores.
Cree que efectivamente un paso adelante en la oposición fue reunir a actores tradicionales de la vida política en el país, en torno al propósito del cambio de este Gobierno.
Sin embargo, difiere cuando en la lógica esa unión los separa entre sí y al mismo tiempo los distancia de sus seguidores cada vez que aparecen en público, o a través de los medios de comunicación levantando banderas de Acción Democrática, Copei, MAS, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular, entre otros, lo que configura una unidad parcelada y con propósitos individualistas, muchas veces contrapuestos que salen a relucir al momento de ostentar el poder.
“El problema no es la forma cómo se encara la unidad, sino quiénes la encaran, y quienes lo hacen son los mismos que integran los históricos partidos”, expone.
Precisa que en torno a este cuadro justamente surgen los inconvenientes, puesto que cuando se trata de decidir y se llega a determinar quiénes encabezarán las planchas “se tranca el serrucho”.
Determina que uno de los aciertos de la Mesa de la Unidad Democrática fue tener como secretario ejecutivo a Ramón Guillermo Aveledo, y su actual fracaso, haberlo perdido.
Esta reflexión de Álvarez parte del reconocimiento a Aveledo de conseguir en tiempos difíciles la participación y el consenso en la MUD mediante elecciones primarias, cuyo principal producto fue Henrique Capriles Radonski como candidato a la Presidencia de la República.
En torno al movimiento social de estudiantes que se encuentra promoviendo en toda Venezuela un Congreso Ciudadano, hace un llamado a todos a la integración, en función de buscarle soluciones en conjunto a los problemas del país. Álvarez insiste que no se trata de formar movimientos u organizaciones, ni de colocarles nombres rimbombantes, sino de estructurar un grupo sólido de gente con pensamientos e ideas claras, totalmente apartados de la política y que no excluya a nadie.