Para recordar: “Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación” (Salmos 68:19)
Todos sabemos que un año (según calendario Gregoriano) tiene 12 meses, 52 semana, 365,2425 días (de allí, del .2425 viene el año bisiesto). Redondeando, un día tiene 24 horas, 1440 minutos y 86.400 segundos. Y en un año ¿Cuántas veces vimos salir y ocultarse al sol y la luna? ¿Cuántas veces respiramos?
Dado el tema, permítannos otras preguntas: ¿Cuánto tiempo desperdiciamos o cuánto tiempo usamos para crecer? ¿Qué tiempo, de calidad, dedicamos para encontrarnos con Dios? Qué tiempo hemos usados para hacer el bien; para la familia, la sociedad, el prójimo y hasta para nosotros mismos (salud, chequeos, recreación, descanso, entre otros).
En un año podemos revisar los logros alcanzados y por qué no, también los “fracasos”, pero, de estos últimos, lo importante es levantarnos y seguir adelante.
Un año más, es lo que escuchamos cada diciembre. Un año más, ha dado pie para canciones, poemas, reflexiones, ensayos, libros y otras publicaciones.
¿Qué cosas buenas o malas hemos visto, escuchado, o hecho en un año? Como la antítesis del nacimiento es la muerte; nunca debemos celebrar o festejar el fallecimiento de algún ser querido, familiar o amigo; porque la muerte no se celebra, lo que hacemos es recordar o conmemorar; tampoco debemos celebrar lo malo.
¿Cuáles son nuestros motivos de celebración anual? Entre otros pudieran ser: El cumpleaños; aniversarios en general, metas alcanzadas, logros profesional; bodas; trabajos; fecha de bautismo; amistades y paremos de contar.
Por otro lado, cada cinco (5) o seis (6) años, el 13 de agosto, cae miércoles, y gracias a Dios y a esta empresa, hoy coincidió con el día que escribimos para todos ustedes; por eso, nos tomamos la osadía de hablar del tema, y si algo hacemos bien, nuestra intención es que sea glorificado el nombre de nuestro Dios.
Seguramente, todos los cumpleañeros de cada día del año, nos alegramos o alguien se alegra por nosotros, pero no debemos olvidar que estamos vivos bajo la única y exclusiva voluntad de nuestro Dios. Por ello queremos repetir las palabras del rey David, quien dijo: “Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación”.
Un año más, representa mucho al lado de nuestra familia de sangre y en la ley (los que nos vieron nacer y crecer); juntos a los amigos de ayer y de hoy; en nuestro caso particular, junto a la familia perteneciente a la Iglesia Adventista del Séptimo Día; a todo el personal de la U.E.N. “Dr. Pastor Oropeza”, con quienes compartimos unos 26 años de labores; en 1994 enviamos nuestro primer artículo para este periódico y desde 1998, consecutivamente, hemos manifestado nuestras ideas, al igual que otros articulistas y profesionales de la gran familia de EL IMPULSO, y hoy arribamos al artículo número 451.
Enumerar nuestros aciertos o errores, no cabrían en este espacio y no tendría sentido que nuestros éxitos se conviertan en orgullo, o vanagloria personal. Por todo lo anterior, preferimos cerrar este escrito, con parte de la letra de un sencillo canto de nuestra autoría y si Dios lo permite, lo incluiremos en nuestro primer Cd, y dicha melodía se titula “Quiero entregarle todo a Jesús” y termina (la letra) diciendo: “…todo lo debo a Jesús”.
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