Suicidios en la MUD

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Ovidio, poeta latino nacido el año 43 a.C, en su obra Las metamorfosis, notable compendio de relatos mitológicos grecorromanos, refiere que Erisictón, Rey de Tesalia, para obtener madera con la cual construir una sala de banquetes, taló un sagrado bosque de encinas, plantado en honor de la diosa Deméter, razón por la cual fue condenado a que nunca más saciase el apetito, cruel castigo que, incluso, le llevó a comerse a sí mismo.
Releer esta historia me permitió compararle con ciertos episodios que recién se han vivido -o mejor dicho: sufrido- por la Mesa de la Unidad. En efecto, acá también se ha desatado una loca compulsión auto destructiva, que no solo pone en peligro su integridad, sino que, muy en especial, atenta gravemente contra la esperanza de la nación entera.
Recordemos que la Mesa se fundó porque, en una suerte de milagro político, los partidos acordaron deponer sus naturales mezquindades y ambiciones de poder. Y solo fue así como la Unidad obtuvo los más significativos avances electorales de este lustro, a saber: el 26 de septiembre de 2010 con la Asamblea Nacional; el 12 de febrero de 2012 con las primarias; el 7 de octubre de 2012 y el 14 de abril de 2013 con las presidenciales; y el 16 de diciembre pasado con la conquista de un 25% de alcaldías.
Sin embargo –y para variar- también los demonios tentaron a los comensales, por lo que ahora les vemos bien afanados en serrucharle las patas a la Mesa, sin percatarse que ello –al igual que en la fábula de Erisictón- equivale a serrucharse a sí mismos.
Son variadas, y muy de peso, las razones que nos obligan a enderezar estos entuertos. Entre muchas, la necesidad de evitar que -a la cubana- se entronice per sécula una dictadura militar y comunista; o que se consolide el malsano propósito de esclavizar la conciencia de nuestros hijos y nietos; o que se agrave la quiebra y ruina absoluta del país, y se impongan, sin remedio, la corrupción, la inseguridad y el miedo.
El Libro Santo (Prov. 16,32) enseña que “Quien se domina a sí mismo, vale más que quien domina a una ciudad”. Y Lao Tse (siglo IV a.C) sentenció: “Quien vence a los otros es fuerte, pero quien se vence a sí mismo, es invencible”. Aprender esta sabia lección es otra necesidad histórica de los partidos. Sólo así nos devolverán el futuro de paz, justicia y libertad que durante 40 años edificó la democracia. Invoquemos entonces la sindéresis, la tolerancia y el entendimiento. Lo contrario es suicidio… Inclusive, de “lesa patria”.
Muy a propósito, cito las últimas palabras pronunciadas por Winston Churchill en el parlamento británico el 13 de mayo de 1940, cuando los aliados venían de derrota en derrota en su lucha contra Hitler. Señaló entonces:
“… En este tiempo me siento autorizado para reclamar la ayuda de todas las personas. y decir: Venid pues, y vayamos juntos adelante, con nuestras fuerzas unidas”.
Sí, amigos comensales, leyeron ustedes bien: “… con nuestras fuerzas unidas”

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