Si hay algo que caracterice el tránsito del ser humano por los pedregosos caminos de la historia, es su capacidad de inventar cosas, muchas de ellas dispensadoras de bienestar colectivo, otras muy peligrosas, tanto, que han puesto en riesgo la existencia de la especie humana. Pero esa capacidad de inventar, a veces se distorsiona, y entonces nos vemos invadidos de inventos extraños e inútiles. Fulano es más inútil que una corneta de avión o que un cenicero en una moto, suele decir el poeta Héctor Saldivia, lo que me llevó a recordar al gran Otrova Gomas, quien en algunos de sus libros registró una gran cantidad de objetos de este tipo: Pañales desechables para vacas, lentes con patas comestibles, pelucas para quienes sufren de calvicie en el pecho. Pero ¿a propósito de qué viene todo este cuento? Pues al último invento del Psuv, anunciado por el Reyecito y reseñado en primera página aquí, en EL IMPULSO: “La Escuela de Formación Ideológica”. Quizá, piensa uno, quiso decir deformación ideológica, quién sabe…
Cinismo en pasta… La sociedad larense esperando que los reyezuelos del partido gobernante ataquen con seriedad los graves males que la agobian, y estos chapaleando animadamente en la movediza ciénaga de la “ideología”. Un país expectante, mientras lo trituran los diabólicos engranajes de una severa crisis, y estos camaradas pensando en cómo seguir intoxicando a su militancia, para seguir arreándola. ¡Pasen, compatriotas…¡, el elocuente Profesor Luis Reyes Reyes disertará sobre las dimensiones y la vaguedad de la nada. ¡Pasen!, que el profesor Mario Silva hablará de los videos aquellos, y el profesor Giordani expondrá sobre el rol de las empresas fantasmas en la economía revolucionaria. ¡Qué invento! ¡Qué invento…! Mañana, a lo mejor, nos informan que la “revolución” inventó un baño de vapor que funciona en el desierto o una nevera para esquimales.
Dijo el Reyecito, que esa escuela serviría para preparar a los militantes de su partido que aspiren a ejercer cargos públicos. ¡Cuánta semejanza con el concepto nazi de la función pública! En efecto, relata Ingo Müller, en su libro “Los Juristas del Horror”, que en la Alemania nazi, la vinculación interna del funcionario público con el Führer y con el partido Nacionalsocialista Alemán, se consideraba un requisito indispensable para su designación, y hasta se llegó a definir a los empleados públicos como “la tropa política del Führer en el área de la Administración”. Es la visión del empleado público como una milicia burocrática, perrunamente obediente a lo que el partido y el jefecito ordenen. Una cohorte formada por gente muy parecida a lo que cierto escritor denominó como, los “héroes inimitables del arrastramiento”.
En fin, ha podido decir el Reyecito que iba a luchar por un régimen respetuoso de los derechos fundamentales de los funcionarios públicos. Incluso, ha podido decir, con sincera hipocresía, que iba a velar para que los jueces al servicio del Psuv, en los casos de funcionarios públicos, administren justicia con autonomía e imparcialidad. Pero no. Esas son menudencias para esa escuela de deformación, comparadas con la suprema y enfermiza necesidad de formar funcionarios para adularle al difunto aquel y, sobre esa base, preservar el poder otorgado por una revolución presupuestívora, infestada de patriotas postizos, de esos para quienes, como decía Pío Gil, la nación no tiene dolores innombrables, sino pezones inagotables, y que, el amor a la patria es el amor a sus ubres. ¡O inventariamos o herramos! Ahí les dejo, camaradas, el lema para la naciente institución. Espero les guste…