La gasolina “fue” un combustible.
Leopoldo sigue preso junto a un grupo de estudiantes y sin juicio. El Pollo está libre. Van a aumentar la gasolina. Van a vender a Citgo. Se va a disparar mucho más la inflación. Caen los bonos de la República y sube el riesgo país. En 10,3% cayeron las reservas internacionales en un año. La economía venezolana está atrapada en la recesión. Estamos en el puesto 67 del índice de Desarrollo Humano. Más de 7 mil empleos se perdieron en las empresas de Carabobo. Ya no se fabrican carros en el país. No hay cómo pagar pensiones a los del IVSS. Van a aumentar de nuevo el precio de los estacionamientos. Más de la mitad de la carne que se consume en el país es importada. Maduro piensa intervenir a la gobernación de Miranda. Planta Centro de nuevo inoperativa. No hay agua en el eje de las ciudades dormitorios de la capital. Los transportistas se paran en Margarita. Policías se amotina en Choroní. Maduro va a becar a estudiantes palestinos y les va mandar medicinas. Los pescadores cierran acceso a poblados pesquero. Se amotinan reos de Polisalias. La MUD sin secretario. Suma y sigue.
Todas esas noticias señaladas arriba se supone que en una sociedad sana, racional, deberían despertar inquietud, preocupación. Pero parece que en nuestro país, en estos tiempos de revolución las cosas no funcionan así. En vez de preocuparnos nos estamos ocupando de otra cosa muy diferente. Como entramos en período vacacional, todos estamos ocupados en ver para donde irnos, es decir a dónde tirar el mingo. Si bien todos, o casi todos, decimos que el país está mal, que la inseguridad es alta, que hay escasez, que no hay boletos aéreos, que las carreteras están en mal estado, todo eso lo ponemos a un lado y arrancamos. Ello no es óbice para arreglar maletas. Dios proveerá. En septiembre veremos que se hace.
En realidad pienso que debe resultar bien interesante para los estudiosos de la conducta humana, de forma individual y de grupo, valga decir para psicólogos y sociólogos, lo que nos está sucediendo desde hace ya bastante tiempo. Como sabemos el psicólogo estudia los procesos mentales en sus tres dimensiones: cognitiva, afectiva y de conducta, de forma individual. Entre tanto el sociólogo hace algo parecido pero dentro de la vida en sociedad, es decir colectivamente. En los tiempos que los “revolucionarios” han dado en llamar IV república y que con mayor precisión debería llamarse democracia civil, cada acción del gobierno de turno provocaba una reacción inmediata de algún sector de la sociedad. El saqueo, la quema de vehículos, los grafitis y pintas, las solicitudes de renuncias, la tomas y secuestros, los enfrentamientos con los cuerpos de seguridad y cualquier otro tipo de protestas violentas estaban a la orden del día. Pero en estos tiempos que corren, de revolución socialista, de un comandante supremo y eterno y otro despachando, las cosas son diferentes. La paz (será la del sepulcro) se ha adueñado de nuestros caracteres. Claro que hay reclamos y protestas, pero todo con los debidos permisos en regla, y reconociendo al eterno y supremo. Y pobre de aquellos que osan salirse de esas normas de decencia en las marchas. Son execrados de inmediato. Y si los cuerpos de seguridad intervienen y hay algún detenido, se lo tienen bien ganado. El diálogo por encima de todo, no importa que sea un diálogo donde se habla pero no se actúa. Es que hay que ser decentes para protestar. Algo así como que si un diario salta la talanquera eso está bien porque así son los negocios. Y eso es bello. Viva la Paz.