Entre Cardones y Flores – Sobre curas y santos caroreños

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Me complace muchísimo que el hoy nuevo vicario general de la Diócesis de Carora, sea el licenciado y teólogo, presbítero José Gregorio Quero Sierra, graduado con honores, Magna Cum Laude, en una de las mejores Universidades de Roma, siendo el segundo caroreño –el otro lo es, el excelentísimo teólogo y filósofo, licenciado Ramón Luis Crespo Labato– en recibir el pergamino académico de manos de su santidad el Papa Juan Pablo II, recientemente canonizado. Con ambos sacerdotes me ligan vínculos de amistad. Con el presbítero Ramón Luis Crespo Lobato, desde la época de estudiantes de bachillerato en el Colegio Libertador de Carora; con el presbítero José Gregorio Quero Sierra, desde nuestra época de infancia, allá en la calle San José, de la Guzmana, de mi recordada casa solariega, donde muchas veces, jugábamos metras y trompos, pelotas de trapos, siendo su honorable progenitora muy amiga de mi amada madre. Voy a decir algo, muy subjetivo –obviamente– ha poco, alguien nos preguntó, no sé con qué motivo, a cuáles sacerdotes consideraba yo, los más cultos de Carora. Mi respuesta fue escueta y tangente: Ramón Luis Crespo Lobato, Jaime Vivas y José Gregorio Quero Sierra, en ese orden. La biblioteca del padre Ramón Luis Crespo Lobato, supera los dos mil tomos, y todos –me consta– han sido leídos por él. El padre Jaime Vivas tiene en su haber varias maestrías y postgrados, obtenidas en universidades venezolanas y foráneas. Domina varios idiomas. Quizás, el padre José Gregorio Quero Sierra sea el más dogmático de los tres nombrados. Que no hayan nacido o desciendan de familias de alcurnias o de la “alta casta” caroreña,  es otra cosa. Posiblemente, a más de uno, le empalague o exaspere estos comentarios míos, pero sepan, que soy uno de los que sueñan y aspiran que el primer santo de Venezuela, sea un caroreño: monseñor Salvador Montes de Oca, obispo de Valencia, quien murió fusilado por las tropas nazis en Italia, en 1944, bajo las órdenes del mariscal de campo nazi  Albert Kesselring, y que de acuerdo al Derecho Canónico –¿No es así padre Ramón?– para ser declarado Santo de la Iglesia católica, apostólica y romana,  monseñor Salvador Montes de Oca, por ser un mártir, fidedigno, indiscutible, no necesita hacer un milagro.

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