El concepto de una ciudad amable no siempre se relaciona, exclusivamente, con una metrópolis libre de colas, llena de grandes espacios verdes y una cartelera cultural diversa.
Para un amplio grupo de la población larense, una ciudad amigable es aquella que permite con facilidad, la incorporación de los ciudadanos que poseen alguna discapacidad, característica que aleja a Barquisimeto de dicha denominación.
Aceras angostas, en mal estado y sin las rampas necesarias obligan a quienes sufren de una discapacidad, que compromete su movilidad, se autoexcluyan de ella.
La falta de cultura y educación, fue otro de los factores enumerados por quienes se enfrentan día a día a una ciudad que no está acondicionada de forma correcta para ellos.
Con solo un par de relatos, la realidad de una ciudad no muy distante se afianza, y es que Barquisimeto no les brinda muchas opciones.
Aunque en Venezuela existe un amplio marco legal que ampara a dichas personas, en la mayoría de los casos, estas leyes se convierten en “letra muerta”, así lo explicó el joven Pedro Camacho, quien labora como apoyo jurídico del Consejo Estadal de Atención de Personas con Discapacidad del estado Lara (Ceapdis).
Camacho, a pesar de la discapacidad motora que lo mantiene en una silla de ruedas, subrayó “las limitaciones se las pone uno, pero existen otras que escapan de las manos de uno”.
Al consultarlo sobre el ámbito legal que los ampara y su aplicación, destacó “existen varios ordenamientos jurídicos. La Constitución reconoce a las personas con discapacidad, como norma nacional”.
Camacho destacó que existen muchas leyes con respecto al ámbito regional y municipal, “pero en su mayoría son letra muerta porque no se aplican o no se les da el cumplimiento como debe dárseles”.
Asimismo, existe la Ley para las Personas con Discapacidad, publicada en la Gaceta Nº 38.598, con fecha del viernes 5 de enero, año 2005.
Dicha ley fue dictada por la Asamblea Nacional, con el fin de “regular los medios y mecanismos para garantizar el desarrollo integral de las personas con discapacidad de manera plena y autónoma, de acuerdo con sus capacidades”.
La misma contempla en su artículo 31 que las áreas comunes de zonas residenciales y los diseños de interiores de infraestructuras educativas, deportivas, culturales, entre otros, “tendrán áreas que permitan desplazamientos sin obstáculos ni barreras y el acceso seguro a los diferentes ambientes y servicios sanitarios a personas con discapacidad”.
A pesar de la claridad de la norma, Barquisimeto es una de las tantas ciudades del país que evidencia la falta de una cultura adecuada, que permita la inclusión de la población con discapacidad, como lo evidencian los relatos recogidos en este reportaje.
La norma no sólo contempla el acondicionamiento arquitectónico de la ciudad, pues también prevé la disposición de “por lo menos un puesto, adaptado para personas con discapacidad con seguridad de sujeción inmovilizadora”, por parte de las empresas públicas y quienes presten servicio de transporte público, tal como lo señala el artículo 37.
Pero, nuevamente, la ley queda en el papel, pues hasta los momentos, son muy pocas las unidades de transporte público que cumplen con esta exigencia.
Lo anterior se agrava todavía más, al evaluar lo reglamentado en el artículo 38 de la descrita ley. “Las unidades de transporte colectivo a que se refiere el artículo 36 de esta Ley deben poseer estribos, escalones y agarraderos, así como rampas o sistemas de elevación y señalizaciones auditivas y visuales, que garanticen plena accesibilidad, seguridad, información y orientación a las personas con discapacidad”.
Además, aclara “las unidades de transporte colectivo ensambladas en el país e importadas deben contar con los accesorios descritos en este artículo, antes de entrar en circulación”.
En conclusión, una revisión profunda que evalúe a Barquisimeto bajo los parámetros mínimos que establece la ley, podría transformar la realidad, de quienes conviven con esta serie de dificultades, más allá de lo que por ahora parece una ciudad cercana a lo hostil y lejos de la amabilidad.
Visitar el centro de la ciudad, una experiencia frustrante
La abogada Mayelis Pérez Serrada, presidenta del Ceapdis Lara, y quien también se encuentra en silla de ruedas, compartió parte de su experiencia en la ciudad, la cual “nunca ha estado apta para las personas con discapacidad”, según su perspectiva.
“Comencemos por las aceras, pero es que ni un coche, ni una persona sin discapacidad puede ir tranquila porque a las aceras te les montan un tarantín y uno pasa es por una orillita”, declaró.
“Siempre peleo por el tema del rayado. Si ese es el paso peatonal, los carros se le montan encima, entonces el peatón tiene que prácticamente esquivarlos”, agregó.
Durante el encuentro, Serrada confesó, “a veces quiero ir a la avenida 20 y no puedo. Voy y me frustro, en la calle la gente no tiene consideración”.
Aceras inadecuadas para personas invidentes
Carlos Acevedo, abogado y quien ejerce como enlace entre el municipio Palavecino y el Ceapdis Lara, por designación del alcalde, compartió parte de lo que significa moverse sólo en la ciudad de Barquisimeto.
Aun cuando Acevedo logró contar con educación y se maneja muy bien con el bastón blanco para ciegos, no ocultó lo complicado que puede ser su rutina diaria cuando debe trasladarse por la ciudad, pues reconoció que al visitar otros países se vuelve una tarea más fácil.
“Hay postes y guayas atravesadas en todos lados. No hay ningún tipo de señalización, ni braille, ni de manera auditiva”, declaró.
Además, Acevedo mencionó: “Aquí no hay nada, imagínate, hay muchos sitios sin rampas para las sillas de ruedas”.
Sin que su discapacidad altere su alegría, pues su voluntad por hacer las cosas y cumplir con su trabajo se hizo evidente durante la entrevista, sus relatos evidenciaron la existencia de muchas situaciones que no puede controlar al salir a la calle.
En una oportunidad y sin querer, una chica que caminaba junto a él se enredó y partió su bastón, una de las herramientas más poderosas con las que cuenta para desarrollar su independencia.
Gracias a una especie de “mapa mental”, Acevedo realiza diversas actividades, y hasta canta, pero advirtió “es muy dificultoso porque aparte de las barreras arquitectónicas, hay gente que ayuda, pero hay gente que es muy indiferente. Inclusive hay gente que lo ve a uno, en el caso de nosotros con el bastón, y lo chocan. Uno dice, pero bueno, si aquí el que no ve soy yo”.