Los tres países africanos afectados oficialmente por el brote del virus del Ébola anunciaron este viernes un cordón sanitario en la zona fronteriza común donde surgió la epidemia, que se ha cobrado más de 700 víctimas.
La zona triangular entre Guinea, Liberia y Sierra Leona que quedará bajo cuarentena será custodiada por la policía y el ejército. «La gente en esas áreas recibirá ayuda material» aseguró Hadja Saran Darab, secretario general del bloque Unión del Río Mano, que agrupa a las naciones de África occidental.
«Respuesta inadecuada»
Hasta ahora la respuesta a la epidemia ha sido «desgraciadamente inadecuada» y en consecuencia el virus «se está moviendo más rápido que nuestros esfuerzos para controlarlo», se lamentó Margaret Chan, directora de la OMS.
Virólogos estadounidenses, un país que anunció la evacuación de dos ciudadanos suyos enfermos de ébola en la región, anunciaron que probarán una vacuna experimental.
«Si la situación continúa deteriorándose, las consecuencias pueden ser catástroficas en términos de pérdidas de vidas humanas, pero también severas en términos socioeconómicos y del alto riesgo de contagio a otros países», dijo Chan.
La propagación «está ocurriendo en áreas rurales de difícil acceso, pero también en ciudades densamente pobladas» describió Chan.
Ante el agravamiento de la situación, el presidente de Sierra Leona, Ernest Bai Koroma, y la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, habían renunciado a participar en otra cumbre, prevista en Washington, y que reunirá a cerca de 50 jefes de Estado o de gobierno africanos.
Sierra Leona y Liberia tomaron medidas drásticas ante la epidemia de fiebre hemorrágica.
Horas después de que la presidenta liberiana Ellen Johnson Sirleaf ordenara en la noche del miércoles el cierre de «todas las escuelas», su homólogo sierraleonés, Ernest Bai Koroma decretó el jueves el estado de emergencia.
Koroma también anunció medidas como poner en cuarentena las áreas afectadas por el Ébola, desplegar fuerzas de seguridad para proteger al personal médico y prohibir las reuniones públicas, así como allanar los lugares en los que se piensa que puede haber enfermos.