Podría esperarse que el presidente ruso Vladimir Putin se atrincherara a modo de defensa cuando fuese asediado por acusaciones de que Rusia estuvo involucrada en el derribo del Vuelo 17 de Malaysia Airlines, pero en lugar de eso, se ha mantenido a la ofensiva y parece estarse preparando para una pelea larga.
En sus presentaciones televisivas desde que ocurrió el desastre aéreo del jueves, Putin no ha dejado su usual postura beligerante. El presidente ha permitido que la prensa rusa propague teorías que culpan a las fuerzas ucranianas o insinúan involucramiento de Estados Unidos en el derribo, al tiempo que se niega a rechazar esas teorías y coloca indirectamente la responsabilidad en los ucranianos.
Apenas horas después del derribo, Putin sentó las bases para ese enfoque, diciendo en una reunión de funcionarios económicos que «la tragedia no hubiese ocurrido» si Ucrania no hubiese reanudado su ofensiva contra los separatistas a finales de junio.
«El Estado sobre cuyo territorio se produjo esto tiene la responsabilidad por esta horrible tragedia», dijo.
Ese argumento ignora convenientemente un asunto clave: que la ofensiva fue reanudada luego de un cese del fuego unilateral de 10 días que los rebeldes pro rusos no respetaron. Durante toda la crisis en el oriente de Ucrania, que está ahora en su cuarto mes, Putin y sus funcionarios han presentado el conflicto como un ataque de Ucrania contra sus propios ciudadanos, en lugar de una ofensiva para recuperar una porción considerable del país tomada por milicias separatistas fuertemente armadas.
El objetivo es desacreditar a las autoridades en Kiev sin oponérseles abiertamente. Putin incluso habló cara a cara con el presidente Petro Poroshenko, que acababa de ser elegido luego del derrocamiento de Víktor Yanukóvich en medio de meses de protestas populares masivas, pero el martes aumentó las calumnias en una reunión con su consejo de seguridad.
«Es cierto, ellos celebraron elecciones tras la toma de poder», dijo Putin. «Sin embargo, por alguna extraña razón, el poder terminó de nuevo en manos de quienes financiaron o realizaron esta toma».
Es ahí que parece asomarse el plan a largo plazo.
Al insinuar activamente que la inestabilidad en Ucrania es preludio de intenciones occidentales hacia Rusia, Putin no solamente desvía atención del derribo del avión, sino que apela a sentimientos en el alma rusa. Rusia tradicionalmente se ha considerado a sí misma como una potencia mundial vasta y asediada eternamente por fuerzas traicioneras y violentas desde la época de las hordas mongolas y más tarde la Francia de Napoleón, Polonia, Suecia y la Alemania nazi.
Incluso al tiempo que expresa preocupaciones por la vulnerabilidad rusa, Putin declara que «las recetas usadas contra estados más débiles plagados por conflictos internos no resultarán contra nosotros».
Acudir a ese mensaje contradictorio — pero popular — pudiera indicar la difícil posición en que la Putin se encuentra en momentos en que enfrenta no solamente oprobio internacional, sino también el prospecto de aún más sanciones económicas.
«Él parece estar atrapado, primero, por la posibilidad de limitaciones muy graves por parte de Occidente», dice el analista Fiódor Lukyanov, de acuerdo con el portal noticioso Ekspert. «Segundo, la presión sicológica es muy intensa. Y para Putin, creo, es duro simplemente en lo humano».
Sin embargo, Putin ha mostrado gran capacidad de supervivencia. A menos que surja evidencia irrefutable que conecte a Rusia con el derribo del avión, Putin muy probablemente tendrá la determinación para una batalla larga.
Dimitry Trenin, director del centro de estudios Carnegie Moscow, dijo que aunque muchos tienen esperanzas de que las sanciones y las presiones sobre Putin le hagan retroceder, «aquellos que esperan eso probablemente van a sufrir una decepción».
«Es improbable que Putin se retire», escribió en un comentario.