La noche de este martes 22 se silenció la voz de Gerardo Brito, el “compadre” de todos, a los 66 años, víctima de una cruel enfermedad ante la cual se hicieron inútiles los esfuerzos de la ciencia médica.
Nacido en El Tocuyo, estado Lara, desde muy joven Gerardo Brito quiso ser locutor para expresar sus sentimientos y amor por Venezuela y no pudo conseguir un mejor motivo que la música nacional para recordarle a sus miles de seguidores de su programa el deber que cada ciudadano tiene con este país.
“Los Venezolanos Primero”, decía Gerardo Brito al comenzar su programa del mismo nombre. Y agregaba que nadie podía quitarle ni un milímetro de territorio a la patria del Libertador Simón Bolívar.
Y lo decía con un gran convencimiento, hasta con rabia cuando se discutía algún tema que tenía que ver con la soberanía nacional.
Las voces de los artistas nacionales se escucharon muchas veces en los espacios animados por Gerardo Brito, quien siempre tenía una palabra de aliento para los que comenzaban y un reconocimiento público para los ya consagrados que no olvidaban esa pasantía por Los Venezolanos Primero, el programa creado para destacar la belleza de nuestra música.
Vivía su trabajo con una gran intensidad al extremo que comenzó a usar un sombrero de los “pelo e guama” como símbolo de la reciedumbre del venezolano. En algunas oportunidades hasta se hizo empresario de espectáculos donde el talento nacional estaba por encima de cualquier consideración foránea.
Pasaron muchos años como vocero de esas inquietudes venezolanistas, tantos, que hasta un barrio popular de Barquisimeto fue bautizado con el nombre del programa, un homenaje que nunca solicitó, pero tampoco rechazó por venir de la gente humilde, que le favoreció siempre con su sintonía.
Hace ya algún tiempo la salud de Gerardo se resintió, pero enfrentó esa enfermedad con mucha valentía, sin dejar su actividad como productor de Los Venezolanos Primero, un espacio que hizo historia en la radiodifusión larense.
Que la tierra que amó le sea leve a este gran venezolano que pareció haber sido arrullado con el himno nacional.
