Sería de extrema gravedad que sin someterlo a referendo, pasando por encima de la autonomía de los estados y sin consultarlo a las instituciones representativas de la región, el Consejo Legislativo del Zulia aprobara cambiarle al Zulia su nombre.
Ningún pueblo se suicida a pesar de las calamidades que lo agobien. No por cambiarle el nombre al Zulia, vendrán los remedios al desabastecimiento, inseguridad, desempleo, terminarán los cortes de electricidad, lloverá para terminar con la sequía, o el poder central nos destinará más recursos.
En el año 1678 por Real Cédula se erigió el territorio que hoy posee el Zulia, cuando éramos la Provincia española de Maracaibo, ratificado por Ley del 28 de abril de 1856. En 1821, cuando declaramos nuestra propia independencia adoptamos el nombre de República Democrática e Independiente de Maracaibo. En 1824 Bolívar creó el departamento militar del Zulia distinto al de Venezuela, lo cual era un reconocimiento tácito a la soberanía zuliana. La Asamblea Constituyente del 22 de abril de 1864 nos declaró Estado Independiente dentro de la Unión Venezolana que luchaba por respetar el federalismo, llamándonos Estado Maracaibo. Pero en 1868 la Constitución estadal nos llamó “Estado Soberano del Zulia”.
Ya la Constitución de 1874 comenzó a llamarnos estado Zulia. En 1881, el vesánico Guzmán Blanco nos convirtió en Estado Falcón-Zulia, capital Capatarida, con el propósito de castigar a Maracaibo convirtiéndola en “una playa de pescadores”. Recuperamos nuestra autonomía en 1890 y volvimos a ser el Estado Zulia. En 1892 hubo el deseo de convertirnos en Liga de Occidente, conformada por el Zulia, Lara, Falcón, Zamora (Barinas) y los Andes. Eran tiempos en que el hijo del prócer epónimo, Eleazar Urdaneta, por su lado y por otro Jorge Sutherland y Venancio Pulgar querían un Zulia independiente.
Cuando en 1969 se agruparon los estados en regiones, se nos dejó como la Región Zuliana, pero sin cambiarnos la denominación de estado Zulia. Este despropósito de algunos legisladores zulianos no puede calificarse sino como un acto de ociosidad de parlamentarios ineficientes. Una pretensión ridícula sólo explicable para distraer a la población de las urgentes necesidades que no satisfechas por un gobierno desprestigiado, están a punto de convertirse un barril de pólvora a punto de estallar.
El colmo de esta desagradable noticia es que se ha puesto a circular una estampilla oficial ya con el nombre de Estado Bolivariano del Zulia. El diputado Eliseo Fermín ha reclamado que aparezca el responsable de este acto ilegal. Cuando en la segunda mitad del siglo XIX llegaron impresas de Londres, estampillas con el nombre de Estado Soberano del Zulia, el gobierno nacional se apresuró a decomisarlas en la Aduana de Maracaibo. La voz de los sentimientos de este pueblo es que como dijera una vez el Doctor César Casas Rincón el Zulia sea siempre el Zulia, sin prenombres ni calificativos.