El despeje de la Avenida 20 avanza con ciertas excepciones. Algunos conductores ignoran el decreto y atraviesan la calle en sus motos o vehículos ocasionalmente.
Patrullas motorizadas de la Policía Municipal custodian la zona y trabajan para que no regrese la anarquía.
Mientras tanto, los comerciantes informales siguen a la expectativa. Negados a desalojar, aseguran que salen a la calle por necesidad y sus puestos, a veces improvisados, no son recientes. Muchos llegaron a esas cuadras hace 15 o 30 años.
La señora Dalia Reyes se instala todos los días, desde hace 32 años, en la 20 con calle 23. Ella representa a los 300 comerciantes apostados en todo el boulevar, desde la avenida Vargas hasta la calle 42.
“Somos tercos”, reconoció la popular vendedora que espera un nuevo encuentro con el alcalde Alfredo Ramos para establecer acuerdos. A su juicio, no hace falta desalojar a los comerciantes.
Es partidaria del operativo, pero aseguró que los ambulantes tratan de no obstruir el paso y de nuevo se colocan en las transversales o cerca de las fachadas. “Mientras no causemos desorden todo estará bien”, contó.
Igualmente, reconoció que muchos de los informales de la 20 recibieron locales en el segundo nivel de los centros socialistas construidos por el Gobierno. Pero señaló que esos sitios están desolados.
Gustavo Valenzuela, un frutero con 15 años en la avenida, indicó que el desorden podría evitarse si la Alcaldía les concede permisos y diseña puestos adecuados.
